Han sido mejores [los holandeses] en el segundo tiempo pero en el primero hemos
dominado. Hemos podido pasar del 2-0 al 1-1. En el segundo tiempo nos han
buscado la espalda y han sido mejores.
Vicente Del Bosque.
¿Cómo analizar tácticamente un partido entre una escuadra
que entró al segundo tiempo carburada a 300 kilómetros por hora y otra que
entró sólo a 20? Por un instante me vi tentado a pensar que la debacle española
en la Arena Fonte Nova es menos un asunto de pizarra que un asunto de diván de
psicólogo. Del Bosque tiene razón, hasta antes del soberbio cabezazo de Robin
van Persie que decretó tablas al medio tiempo, David Silva había malogrado el
2-0 para el vigente campeón.
Pero no, el desastre español se explica primero en la
pizarra y quizá también después en el diván.
Utilicé el entretiempo para colgar en twitter la siguiente imagen de
lo que, a mi parecer, era un formidable desempeño de Diego Costa 'trabajando' a
los centrales holandeses por los costados: en ella se le aprecia arrastrando la
marca de Martins Indi (central) y de Daley Blind (carrilero). El trabajo de
Costa es formidable porque, siendo él el único punta español, deja a los otros
dos centrales tulipanes (Ron Vlaar y Stefan de Vrij) preguntándose a quién
deben marcar y acercándose más y más al centro del campo. Por ello, David Silva
aprovechó el espacio creado por Costa para comerse las espaldas del par de
centrales y echar a un lado ese posible 2-0 del que habla Del Bosque.
La imagen, no obstante, permite apreciar la clave táctica
del partido: Holanda y España jugaron
con defensas adelantadísimas. Hay 20 jugadores en una longitud de 30 ó 35
metros.
Lo que sobre el papel
parecía un grave error numérico de Louis van Gaal (usar tres centrales para
marcar a un solo delantero) resultó ser su mayor virtud. En un escenario
con defensas adelantadas, los goles deben llegar buscando las espaldas de los
centrales a través de dos elementos: uno, carreras desde atrás para romper el
fuera de juego; y dos, trazos a distancia para servir dichas carreras. La línea
de tres de Van Gaal, por lo tanto, funciona para sacar el balón jugado desde el
fondo y construir esa plataforma de lanzamiento. Así fue que de la zurda de Blind, el carrilero, salieron disparados los
kilométricos trazos que alcanzaron las corridas de Van Persie y de Robben.
Si Holanda se aprovechó de la línea defensiva tan adelantada
de España cierto es también que la Oranje
misma podía verse vulnerada con carreras y trazos largos españoles. ¿Cómo
hicieron entonces los de Van Gaal para neutralizar y arrollar a los de Del
Bosque? Siendo más intensos: corriendo
más, presionando más, interceptando más, barriendo más. Presionar es importantísimo porque un futbolista bajo presión es menos preciso que un futbolista no presionado. A Daley Blind nadie
fue a presionarlo y se le puede preguntar a Casillas cuáles fueron los resultados de la inacción de sus compañeros.
Bastaron dos jugadores holandeses para duplicar lo hecho por tres jugadores españoles en cuanto a echarse al suelo para recuperar el esférico. |
Se puede entonces
concluir que hoy el monarca mundial paró un once lleno de tanta virtud y
calidad como de cansancio y vejez. Los tulipanes, por contra, alinearon un
once tan inexperto como joven y potente. El 5-1 sube la moral de la Oranje sí, pero aún está por verse su
temple ante un adversario más energético (¿Chile quizá?).
Para Vicente Del Bosque la lección es clarísima: la base del
campeón, vieja y cansada, no da para más, no pueden ejecutar la defensa adelantada porque han perdido la capacidad de presionar. Tras el silbatazo final el técnico español fue
preguntado por una revolución en el banquillo. Esa revolución debe llevar los nombres
de Javi Martínez, Pedro, De Gea y Koke Resurrección. De lo contrario España será un caso para el diván del psicólogo.
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