lunes, 29 de agosto de 2016

Liga MX: ¡Lapuente vive!


Menos de un mes después de la humillación ante Xolos, las Chivas pasaron de caer goleadas 4-0 a golear 3-0 al archirrival en el Estadio Azteca. Por número de ocasiones, el Guadalajara debió meter al menos cinco y Matías Almeyda con justa razón lo remarcó en su rueda de prensa. De un comienzo de torneo incierto y pesimista, Guadalajara entró en una zona de promesas, festividades y alegrías.

Apenas la jornada pasada Juan Francisco Palencia parecía acallar las dudas sobre sus capacidades tácticas aplastando implacablemente 5-3 al subcampeón del torneo anterior, Monterrey, cuya plantilla cotiza tres o cuatro veces más que la del Club Universidad. Para esta jornada, sin embargo, la derrota en Tijuana por la mínima diferencia francamente le salió barata según el claro desorden defensivo mostrado por Alatorre, Castro, Verón y Luis Fuentes.

Tras probar y fallar una y otra y otra vez con su 4-3-3 (derrumbe en casa ante el América, empate fortuito con Toluca), el Veracruz de Pablo Marini en algo recompuso su maltrecho andar de visita al Universitario de Nuevo León sacando un empate que re-moraliza a los Tiburones en lo que, parecía, un descenso de categoría cantado. Intentando cambiar las cosas, el otrora auxiliar de Américo Rubén Gallego quitó al tan hábil como cansino Gabriel Peñalba, modificó a 4-4-2 y de pronto los visitantes pasaron de víctima desahuciada a digno competidor.

¿Qué explica las impresiones tan cambiantes, la tanta irregularidad mostrada por los clubes de la Liga Mx, que un fin de semana rozan lo sublime y al siguiente tocan fondo? Una respuesta es que la mayoría de los resultados jornada a jornada están determinados a favor del anotador del primer gol de cada juego. El que pega primero, gana, quizás golee, o mínimo saca el empate.

Pero, Veracruz ganaba 2-0 a las Águilas y acabó colapsando hasta perder 4-2. Otra respuesta a esta cuestión adicional sería que las escuadras que se ponen en ventaja suelen pararse con dos líneas de cuatro detrás del balón para cerrar espacios que el rival no sabe ni puede abrir y posteriormente acabar con él al contragolpe. Es decir, el 4-3-3 de Marini hizo agua cuando el América adelantó líneas buscando empatar, una táctica sencilla, la de adelantar líneas, y el único contención escualo no daba abasto frente a sus centrales (por eso el 4-4-2 es tan práctico, porque hay dos medios de contención a la vanguardia de dos defensores, el "doble pivote", como se le conoce en España).

Habiendo logrado el empate en el Volcán, el técnico del Veracruz finalmente cayó en la cuenta y resolvió poner dos líneas de cuatro que ni Ismael Sosa, ni Jürgen Damm, ni Gignac ni toda la artillería felina junta halló cómo vulnerar. Lo mismo ocurriría un par de horas después en el Azteca con un acorazado rojiblanco que con la ventaja en el marcador se agazapó bien en propio terreno.

Si ni Tigres ni Águilas lograron traducir su posesión de la pelota en ocasiones claras, mucho se debe a que tanto Ambriz como Ferretti también son estrategas cuyas escuadras se basan en el contragolpe. "El táctico es el gol", decía un comentarista mexicano del siglo pasado para describir una situación que, hoy por hoy, retrata el juego de la mayoría de los equipos de la Liga Mx. Mientras se practiquen tácticas y estrategias consistentes en reducir espacios en propio campo para explotar los que se abran por inercia en el del rival, el primero que pegue seguirá pegando dos veces.

¿Cuáles alternativas habrían pues para empatar partidos o poder voltear marcadores en un contexto dominado por las dos líneas de cuatro detrás del esférico? Una sería el desarrollo del balón parado; otra, trabajar el fútbol de posesión.

Sin embargo, como Pablo Marini comprobó tras escarmentar con su 4-3-3, para jugar a tenerla y saber qué hacer con ella es necesario muchísimo más que el dibujo táctico adecuado. Así que, a falta de contragolpes, los goles llegarán en tiros libres, indirectos y de las esquinas.



lunes, 22 de agosto de 2016

Mexico's contradictory Rio Olympics coverage


The discourse of social Darwinism espoused by mainstream media in many countries is no surprise: winners and losers from every society are portrayed so because of their merits or lack of them. What has made the Rio Olympics' coverage by Mexican outlets quite contradictory, however, is the rhetorical attack on average people (losers) in a moment when Mexico's finest sportspeople (winners) were failing to meet the audience's expectations.

"What's your message to haters?", Mexican archer Alejandra Valencia was asked soon after finishing fourth, completing the best individual performance in a discipline which did deliver medals for the Mexican team four years ago. "Those criticizing should then come and do it themselves", she replied. "All those who talk surely have nothing else to do ", said diver Dolores Hernández following her early exit; fencer Tanya Arrayales remarked likewise: "some people should mind their words because all of them are ignorant. While we're here competing, they're with their laptops, eating popcorn and judging others".

Although those remarks of course reflect real spite inside of a national representation which received widespread social media abuse back home for much of the games (their only medals were obtained at the last weekend of competitions), in fact those were answers to straight questions by reporters waiting for them at the mixed zones. Not only did some media representatives take every chance to induce heated replies, some others afterwards began to rebuke national authorities for their alleged corruption, frivolity and fecklessness. By quoting, for instance, the many problems swimmers, boxers and weightlifters experienced with kit providers, or the case of the unshipped clubs of some golfer, or the short funds received by the archery team, pundits also targeted petty politics.

But blaming common Mexicans and unaccountable officials for Mexico's poor showing certainly is a contradiction of the social Darwinist discourse which posits that winners get victories and losers find excuses. "Win is good, defeat is bad" goes the preaching at television sets and news desks in which forms are seldom discussed and in-depth, extensive coverage of sports other than soccer is simply nonexistent. Is it therefore reasonable to demand respect and sympathy from Mexican audiences towards gymnast Alexa Moreno, whose body deviates from the bodies of most female presenters appearing in Mexican sports shows?

Beauty is good, ugly is bad.

Unlike claims from social movements (like public education teachers protesting against government-backed reforms), the broadcasted claims coming from disappointed athletes against decision-makers were not downplayed by pundits as alibis of lazy, progress-hating, troublemakers. Indeed, the sub-ministry in charge of sports promotion in Mexico (CONADE) is dependent upon the ministry of public education (SEP), the organism in charge of implementing the evaluations and layoffs that have generated controversy and violent clashes in the south of the country.

"These ideas [those of Social Darwinism] caught on, in part, because of the eviction of working-class people from the world of media and politics", writes British author Owen Jones in Chavs: The Demonization of the Working Class. No doubt that massive swaths of the population in Mexico have been marginalized, always at the receiving end of media and political campaigns. Besides being unable to influence what they see and hear from screens, common Mexicans can't afford bows and arrows, fencing equipment or golf clubs; public swimming pools are as far away as minimum elementary schooling facilities.

In spite of viral versions pointing to a culture of political corruption and social mediocrity among the losers as crucial to understanding the disappointment of national winners in Río 2016, the media coverage itself should not be permitted to get away with its many contradictions. By now, audiences should be critical enough so as to contest the Social Darwinism which only seems consistent and truthful when Mexican elites do not have to compete internationally.

lunes, 15 de agosto de 2016

Juan Martín Del Potro

Él da la fuerza al que está cansado y robustece al que está débil. Mientras los jóvenes se cansan y se fatigan y hasta pueden llegar a caerse, los que en Él confían recuperan fuerzas, y les crecen alas como de águilas. Correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse.
Escocés, como Andy Murray, era el atleta Eric Liddell, cuyo personaje en Chariots of Fire leyó el salmo de arriba durante la misa dominical el día que debía ir tras una medalla en los Juegos Olímpicos de París en 1924. Religioso como consta que fue, viajó por mar con la delegación del Reino Unido, mas rechazó correr en domingo pues su verdadera motivación yacía en honrar a Dios. No hallaba razones personales ni patrióticas para sobresalir, sino profundamente teológicas. Su prédica es el autorretrato del hombre como creación entre cosas creadas: débil, condenado al cansancio, a la fatiga y a la enfermedad, ante todo necesitado de algo más que sí mismo.

Cuando el joven Juan Martín del Potro venció al invencible Roger Federer para ganarse el Abierto de los Estados Unidos del 2009, parecía que Argentina finalmente había encontrado su propio dios moderno del tenis para idolatrar. Y es que junto a Rafa Nadal, el suizo hubo protagonizado la era de los superhombres: si no ganaba el uno, ganaba el otro y las derrotas del primero eran las victorias del segundo y viceversa sucesivamente. Así, Delpo no sólo simbolizaba la promesa de un tercer superhombre que cuestionase la hegemonía del par; a ojos de varios, era fundamentalmente la promesa de volver el mundo del deporte a las épocas en las cuales, trabajándolo bien, cualquiera podía vencer a cualquiera.

No fue de ese modo. En la lucha por convertirse en el tercero en discordia, Novak Djokovic siempre lo aventajó y acabó reclamando la vacante de superhombre. Como pasa con quienes prometen e incumplen, el de Tandil fue sujeto de críticas válidas y no tan válidas. Pero todas implacables, característica de esa sociedad tan rebelde ante la derrota como es la de su país natal. En la rabia del poder ser y no serlo del todo, no obstante, en 2012 se mató con Federer disputando el partido más largo de la historia olímpica y, tras digerir su dura derrota, le arrebató el bronce a Djokovic a la tarde siguiente; meses después dictó el final de la carrera de Andy Roddick en Nueva York; y rozó la épica en semifinales de Wimbledon en 2013. El gran beneficiado de esos rabiosos años agotando a los demás fue otro, el que se colgó la medalla de oro y acabó con los 77 años que duró el éxodo de los dueños de casa en el gran abierto británico: Murray.

El rostro sufriente durante los juegos buenos y los juegos malos, pasándose las muñequeras por la frente para enjugar el sudor, Del Potro había de vérselas con el sufrimiento del mundo fuera de la cancha. Débil, como todos nosotros, esclavo del cansancio, de la enfermedad y de las lesiones. Atrás quedaría el mundo fantástico de los grandes torneos y de los superhombres donde los trofeos ciegan la vista y las bolsas millonarias consuelan y las derrotas sumen en el barro. El bisturí no sabe de superficies rápidas o de polvo de ladrillo y la salud de los enfermos no depende del ranking de la ATP.

Los años de silencio que sucedieron a los de rabia fueron menos acerca de Delpo ganándole a tal o a cual que acerca de Delpo intentando sobreponerse a las desventuras de Delpo.

Y un día volvió. Batiéndose ¿cuándo no? con Nole. El abrazo fraterno encima de la red y las lágrimas del gran maestro serbio tras marcharse de Rio 2016 a las primeras de cambio revelaron una vez más la particular historia de la lucha entre caballeros que ha sostenido contra el argentino. Por otro lado, los partidos posteriores a la eliminación del número uno fueron resumen en cinco días de la carrera de Del Potro antes de los quirófanos y las rehabilitaciones: no hubo rivales débiles ni victorias sencillas. Sus equivocaciones fueron todas hechas pagar y su juego se redujo a sus saques aces y a esa derecha demoledora que acude al llamado siempre que a él le queda fuerza para intentarlo una vez más.

El devenir de los acontecimientos dispuso que el partido entre partidos fuese contra el escocés. Si hay algo que lo une a Murray, eso es el esfuerzo a contracorriente ante ese trío de tenistas cuyos movimientos y reacciones hablan de gente nacida con el don de hacer uno solo de cuerpo, raqueta y pelota en movimiento. Si hay algo que lo diferencia de Murray, como quedó en evidencia también, eso es que el catálogo de golpes del británico tiene bastantes más páginas que el suyo propio.

Los catálogos, como los libros, son papel inútil que más valdría usar para otras cosas, letras muertas enterradas en la forma si no hay voluntad que las reviva desenterrando eso que ellas contienen. Fuerza y energía son necesarias. El escocés las entregó las dos: saltó y pegó el revés en el aire, subió a la red una y mil veces, alcanzó pelotas aparentemente inalcanzables, gritó desaforado cuando pudo responder de pie a esa diestra demoledora que antes doblegó a otros, maldijo su suerte y escupió al suelo cuando erró... y alzó los ojos inyectados de sangre y furia a la tribuna cuando cayó víctima de la intolerable distracción. Una vez acabado todo, en su rostro no hubo gesto alguno del éxtasis que embriaga a los que ganan, sino fatiga y cansancio; y la honda satisfacción brazos al cielo.

Por cuatro horas y algo más el de la Argentina y el de la Gran Bretaña nos recordaron que la lucha del deportista no es contra otro deportista; tampoco la de una patria es contra la otra. Ni en definitiva la de una persona, contra otra persona. El hombre lucha contra aquello en su interior que supone su propia condena a cansarse y desfallecer. "No puedo más", se observó al tenista argentino decirse a sí mismo entre punto y punto y así y todo siempre pudo un poquito más. En los intercambios interminables donde la pelota y los ojos del espectador viajaban a ida y vuelta, a ida y vuelta y de regreso de campo a campo, fue que a los dos, repentinamente, les crecieron alas como de águilas.

"Se ponen eufóricos cuando el ganador cruza la meta", predicaba Liddell bajo la lluvia sosteniendo un paraguas varias escenas antes de tomar el púlpito en París, "¿pero cuánto puede durarles la euforia?". ¿Qué quedará entonces del oro de Murray y de la plata de Del Potro cuando haya más superhombres para idolatrar? Quedará una idea tan demoledora como la derecha de éste último y tan vasta como el repertorio de golpes de aquél: la idea que engrandece al hombre cuando se esfuerza por liberarse de eso que lo esclaviza a pesar de sus cansancios.

Decir de dientes para afuera, "no puedo más", y poner brazos y piernas a intentarlo otra vez. Y otra más. Tal como hizo Del Potro contra Murray el último día de la semana más increíble de su vida.

viernes, 5 de agosto de 2016

Nadie es profeta en su tierra


¿Seremos tan mezquinos los mexicanos con Javier Hernández? Tras una respuesta rutinaria (por verdadera, simple y llana) -"No quiso venir"- a una pregunta automática (de cajón) - "Profe, ¿Y Chicharito?"-, los comentaristas que simpatizan con el delantero del Bayer Leverkusen sacaron a colación la presunta ola de críticas, vituperios, groserías y mentadas que habría recibido por preferir hacer pretemporada con el club del que recibe su salario.

"Está muy presente un sentir entre los brasileños comunes que Neymar no es necesariamente uno de ellos; que aunque su cara aparece por doquier, en general está siendo usada con tal de venderles algo." Con estas líneas describió con precisión el enorme columnista del Telegraph británico, Jonathan Liew, la relación odio-amor que existe entre Brasil y el extremo izquierdo del FC Barcelona. Neymar, se infiere a través de Liew, está partido entre el futbolista del mundo real (ése capaz de lo mágico y de lo sublime; incapaz de ganar títulos por sí solo) y la imagen de la estrella juvenil (la que se toma selfies con Justin Bieber y una botella de champaña; evasor de impuestos tanto en su país como en España).

Y esta partición entre el mundo real y el mundo alternativo sólo es odiosa para el compatriota de Ney. Porque espera de su figura títulos con la selección. Al aficionado culé, la segmentación de Neymar entre futbolista y popstar mucho le da lo mismo: si no gana algo una temporada lo ganará ya a la siguiente. Sin embargo, más pasan las vergüenzas, las finales perdidas o las golizas en contra, y para el brasileño ordinario la cara de Neymar anunciando jabón o zapatos más se le antoja una broma de mal gusto.

Chicharito, del mismo modo, está partido a la mitad. Pero su carga es quizá más ligera: por historia futbolera nacional, no está obligado a levantar ningún título importante con México. Por trayectoria individual, tampoco es necesario que le arrebate el Balón de Oro a los cracks que siempre ganan la Champions. Hernández, que se sepa, tampoco está obligado a responder por acusaciones legales, ni mucho menos. En el lado blanco del fútbol, Chicharito no es Neymar, y en el lado oscuro, (afortunadamente) tampoco.

Si hay varios dispuestos a trollearlo a las primeras de cambio y a no perdonarle nada es porque su cara también aparece en todas partes. Chicharito sabe con qué compañía es más barato hablar de México a Estados Unidos y a Canadá; asimismo sabe cuál es el banco que más le conviene a los mexicanos y durante mucho tiempo también supo de lo mejor en bebidas con cero azúcar. Futbolísticamente tal vez está lejos de la élite, pero financieramente se acerca un poquito más.

Y eso se debe a que Hernández necesita al Tri. Su club podrá cubrirle las quincenas, pero es la selección la que le brinda exposición suficiente para cobrar por su imagen. Nadie es profeta en su tierra; no obstante (en este caso particular) el profeta la necesita y mucho. En la tensión que hay en el aire cuando Hernández debe justificar su juego con México, y lo que percibe económicamente cuando utiliza las concentraciones de fecha FIFA para rodar comerciales, está explícita la relación amor-odio entre él y sus compatriotas.

¿Cuánto puede durar la cuerda tensa antes de que ésta se rompa? Ésa es la gran pregunta. Afortunadamente para Chicharito, una cuerda más larga y muchísimo más tensada está a punto de reventarse en Brasil.

domingo, 24 de julio de 2016

Lo que Fantino nos enseñó


   Por 'fútbol horrendo', según sus propias palabras, Alejandro Fantino se refería a que el mexicano es uno desigual donde ganan los clubes ricos y pierden los clubes pobres. Asimismo mencionó que ni Puebla ni Jaguares tienen aspiraciones reales de alzar un título de Liga Mx y que, en la Primera de Argentina, campeones han salido Lanús, Vélez y Argentinos Juniors.

El diálogo entre Fantino y el periodismo futbolero mexicano siempre estuvo destinado a ser un diálogo de sordos. Desconocedor de la estructura de propiedad de equipos en México, el popular presentador argentino citó los graves problemas políticos del fútbol argentino ante comentaristas mexicanos, quienes a su vez jamás hablan de política. El asunto-Fantino nos pregunta a todos ¿debe el periodismo de fútbol saber (y hablar) de lo político?

Hace poco, hablando del 30 aniversario del gol que Maradona hizo sacándose a once ingleses, Cristian Martinoli se acordó de la narración original hecha por el relator uruguayo Víctor Hugo Morales. Sorprendentemente (por lo inusual), Martinoli también sacó al aire los choques que Morales tiene ahora con el presidente de Argentina, Mauricio Macri, los cuales, se especula, llevaron al cierre de su noticiero de radio. Fantino representaría la antítesis de Morales. Opina a favor del proyecto Macri para el fútbol argentino: retirar las inversiones hechas con dinero público durante la presidencia de Cristina Fernández que evitaron que el fútbol de aquel país quebrara. Morales, claramente, opina a favor de la ex mandataria.

Vale la pena usar un breve párrafo para hablar de un solo rasgo del 'Fútbol Para Todos' que terminó con el inicio de la administración de Macri. En lo mediático, el proyecto de Fernández hizo de las transmisiones de televisión pública la plataforma para llevarle la liga a la gente. Más aún, se producía un show , Fútbol Permitido, cuya edición, montaje y presentación era llevada por jóvenes reporteros en cancha. En cuanto a calidad, decir que era bueno es decir poco.

¿Debe pues el periodismo de fútbol saber (y hablar) de lo político? Leyendo un artículo del periodista inglés Jonathan Wilson en el portal de Sports Illustrated, sorprendió ver un comentario de un usuario en rechazo suyo por incluir su propia opinión sobre el 'Brexit'. Wilson sostenía que la eliminación de Inglaterra en la Euro contra Islandia y el voto favorable a salirse de la Unión Europea representaban algo así como una doble vergüenza. El usuario, legítimamente, respondió que su interés al entrar a un portal deportivo era informarse sobre deporte, y que encontrarse entre líneas con un comentario político representaba tener gato por liebre.

El diálogo entre Fantino y el periodismo mexicano no hubiera sido charla sorda si alguien le hubiera aclarado, por ejemplo, que Puebla y Jaguares no son clubes austeros, pues detrás suyo hay fuertes apoyos políticos. Quizá estas escuadras no salgan campeonas, pero quizá su objetivo es otro.

Aunque el consumidor de información deportiva sólo quiera deporte, el periodista futbolero está obligado a saber en qué mundo vive para decidir cómo debe informar a la gente. Así como hizo Martinoli, brevemente, al mencionar el caso de Morales sin dar su opinión ni en contra ni a favor.

lunes, 11 de julio de 2016

El peso del miedo en el fútbol

Dicen los que saben que un requisito primordial para explicar los eventos en la vida de los hombres es comenzar descartando los "hubieras". ¿Y si "hubiera" entrado el balón que Gignac estrelló en el poste? ¿Y si Ricardo Carvalho "hubiera" detenido el salto de Ángelos Charisteas a la salida de un córner aquella tarde de verano en Lisboa 12 años atrás?

Descartarlos, en otras palabras, es ir más allá de la sorpresa -del "son cosas del fútbol"- para entender la derrota de Francia en Saint-Dennis en su propia Euro y la victoria griega en el Estádio Da Luz en 2004 como eventos inevitables, vistos en retrospectiva. Porque tenían que ocurrir, ocurrieron. Hubo en ambos eventos un protagonista cuya historia permite intentar sacar la lógica de lo que aparenta no tenerla: Cristiano Ronaldo.

¿Cómo es posible que una selección de casi-anónimos (Cédric, Guerreiro, João Mario) alcanzó lo inalcanzable para la generación dorada de Luis Figo, Fernando Couto y Rui Costa? Las muchas lágrimas de un juvenil y descamisado Ronaldo con aretes en los lóbulos de ambas orejas y el copete teñido de rubio eran, vistas bien, lágrimas de remordimiento: de haberlo tenido todo y dejarlo escurrir como agua entre los dedos.

La historia de los "Maracanazos" habla tanto de la heroicidad de quienes se sobrepusieron a todo, como de la tragedia de quienes desaprovecharon el viento a favor. Ya sin "hubieras", la única explicación a posteriori para la desazón y el llanto furioso del Cristiano adolescente es que el miedo también doblega a los indoblegables. Primero el miedo y luego el rival. Aquél que tenga más por perder en una situación límite, a todo o nada, seguramente será derrotado por la sola visión de la derrota.

Por ello Brasil no rompió lanzas ni quemó las naves en Saint-Dennis en el verano de 1998. Didier Deschamps (al menos en su fuero interno) debe reconocer que Ronaldo Nazario era mejor que David Trezeguet, que Rivaldo tenía más magia que Youri Djorkaeff y que Roberto Carlos le pegaba con más precisión que Bixente Lizarazu. Que el Scratch línea por línea y hombre por hombre era mejor que el anfitrión y -si Zidane acabó por declararnos lo contrario- lo declaró a la salida de un par de corners, cual Charisteas. ¿Cómo cayó fulminada una escuadra con aura de indestructible así lo haya hecho con miles de franceses en contra?

Cayó precipitada por el peso de su propia historia y de sus propios nombres. Esa Canarinha estaba, en definitiva, más cerca del precipicio. Preocupados, el miedo los dobló bastante antes de que Emmanuel Petit les hiciera el tercero en el mismo arco cuyo palo derecho rechazó el remate final de Gignac casi dos décadas después. El peso ejercido por el miedo es como el poder que el vértigo ejerce sobre quien camina por la cuerda floja y mira hacia abajo sin volver la vista al frente.

Por eso la Francia de Griezmann, Pogba y Payet no rompió lanzas ni quemó las naves en Saint-Dennis en el verano del 2016. Tanto había por perder que las piernas acusaron el cansancio en la noche más inoportuna y el dueño de casa, bastante más temprano aun de lo tácticamente recomendable, comenzó a ceder la iniciativa y a esperar atrás. Comenzó pues a acobardarse.

A veces sólo basta ver los semblantes de los caídos para explicar lo que parece inexplicable. Si hay remordimiento en el después, es que miedo hubo en el antes. La de Cristiano enfundado en la camiseta de la federación de su país hubiera sido por siempre la imagen del niño-hombre rabioso consigo mismo, como la de Ronaldo, brasileño en Francia, es la del fenómeno cabizbajo.

Pero hay que descartar los "hubieras", porque ocurrió lo que inevitablemente había de ocurrir cuando el miedo pesa en el fútbol.

domingo, 3 de julio de 2016

Joachim Löw, reivindicado


Quizá cuando Courtois criticó implícita, pero públicamente a su técnico Marc Wilmots, se refería al daño causado en particular por Hal Robson-Kanú. Además de anotar el segundo en el 3-1 final, el nueve galés exhibió constantemente a la parchada línea de cuatro defensores belgas hasta hacerlos parecer meros jugadores de liga dominical. "Trabajar de poste", suele llamársele en la jerga futbolera.

Aunque, en efecto, los de atrás de Bélgica tuvieron pobres actuaciones individuales, la estrategia del "poste" también fue puesta en práctica con aun mejores resultados por Antonio Conte con Graziano Pellé haciendo estragos en la ya cuestionada pareja central Ramos-Piqué. Teóricamente, frente a ataques encabezados por un solo delantero de área, la dupla central se basta usando al primero para marcar y al segundo para proteger su retaguardia. El "poste", sin embargo, juega de espaldas y descarga para el compañero que viene corriendo, lo que automáticamente neutraliza al central que marca y hace la vida imposible al que está detrás.

Con su línea de tres centrales, "la BBC de Italia", Conte se resguardaba de que otro director técnico fuese a usar un "poste" contra la Azzurra. Barzagli y Chiellini son robles por aire y por tierra y Leo Bonucci, el líbero, de esta forma, podía avanzar metros para proyectar trazos largos (como en el primer gol italiano contra Bélgica, una asistencia de 50 metros). Así, el hoy ya responsable del Chelsea demostraba lo evidente pero pasado por alto sobre la línea de tres: que es tanto una táctica defensiva como una estrategia para sacar el balón con limpieza desde el fondo.

Si Italia no dispuso frente a Alemania ni de la mitad de ocasiones claras creadas en su duelo de octavos, fue porque básicamente Pellé redujo su producción como poste. A pesar de que mucha bibliografía táctica contraindica la línea de tres contra un único nueve (habría pues un hombre de más, subutilizado, que podría utilizarse en la media o en la delantera), lo cierto es que -al alinear a Mats Hummels por izquierda, a Jérome Boateng por el centro y a Benedikt Höwedes por derecha- Löw utilizó los movimientos de Conte contra Conte.

El partido de la defensa teutona fue tan completo que Hummels fue visto protagonizando escenas sublimes: conducía el balón con cadencia a vista alzada para levantar diagonales buscando a Joshua Kimmich.

Probablemente la última vez que la Mannschaft usó línea de tres -una táctica típica de los años ochenta en ese fútbol-, Löw fungía como asistente técnico de Jürgen Klinsmann en el mundial del 2006 (Metzelder, Mertesacker y Friedrich). Rescatándola una década después, Löw se demostró como un técnico que sí observa al rival y no cae en excesos de confianza: después de todo, el sentido común también hubiera indicado que Boateng y Hummels en dupla central tendrían calidad suficiente para lidiar con un poste por bueno que éste fuera. El trabajo de pizarra, no obstante, sólo debería dejar margen para el error humano. Löw hizo su parte ¿se le habría culpado si su escuadra hubiese caído a raíz de la mano de Boateng?

A final de cuentas el error más terrible fue el de Pellé al cobrar su pena máxima. Como dicen los argentinos, quiso verse "guapo" indicándole con gestos a Neuer que se la iba a picar.


Y acabó echando a un lado un balón que, de cualquier modo, había sido adivinado. Equivocación terrible, pero que se comprende si consideramos que en 120 minutos a Pellé no le salió su juego de poste.

jueves, 30 de junio de 2016

Where is Messi's extraordinary gift for hope?



There is a big, yet barely noticed, generational divide among football fans. Namely, the gap between adults whose biggest dreams had to do with lifting the World Cup, and teenagers and children currently sighing for Champions League and Ballon d'Or glory.

Born in 1987, Lionel Messi stands at the crossroads between the past and the future. The many hailing him as the best footballer of history are, basically, those who didn't have contact with his predecessors, and those grown-up pundits whose most profitable subject is everyday's European club football. Cristiano Ronaldo, in stark contrast to Messi, already lives comfortably in the future. His is not an historical debate (Eusébio achieved little with Portugal) and quite possibly his fellow countrymen know exactly what the current Real Madrid star can achieve internationally.

But Messi comes from Argentina. Had he been born in Northern Ireland or Wales, the historical debates surrounding him would be reduced into historical regrets: George Best and Ryan Giggs were authentic legends whose national teams did them no favors. Indeed, there are voices inside and outside Argentina trying to mute the national debate by imposing this sort of regrets taken from the Messi experience at club level. "Argentines just can't realize that La Albiceleste should imitate FC Barcelona. If not, bad for them; we, the rest of the world, anyway enjoy him in our screens showing the packed Camp Nou".

A parcel of the Argentine people, nonetheless, refuses to nod to this kind of opinions without defending themselves before by invoking their own history, feats and heroes. Maradona, "the most human of Gods", as the late Uruguayan writer Eduardo Galeano called him, is ridiculed with ease around the globe due to well-known addictions, populist political allegiances and, more recently, visible plastic surgeries. Diego, at least inside his fatherland, at least amongst those who are well past their youth, has in his favor the achievement of that something which represented the hope of everyone back in the 20th century: the World Cup trophy.

Jay Gatsby, The Great Gatsby, couldn't fulfill his own dream in spite of walking all the way from poverty to richness in order to make it come true. Yet, he will forever appear as the owner of a "heightened sensitivity to the promises of life... an extraordinary gift for hope, a romantic readiness as I have never found in any other person and which it is not likely I shall ever find again", said of him his friend, Nick Carraway. Maradona represents a Gatsby who finally could make it, who could thus indulge in all the promises of worldly life after historical glory.

Then, where is Messi's own extraordinary gift for hope? As from the last lines of Gatsby, this extraordinary gift for hope means that " tomorrow we will run faster, stretch out our arms farther…. And one fine morning." Like Maradona, Messi shall have to run faster, stretch out his arms farther and, furthermore, start doing all that which he never does in Spain: tackles, interceptions, aerial duels, miles and miles backwards at helping his teammates defensively. To stain his face with mud, and perhaps his legs with blood. Whether the hope of the past will keep eluding him or not, that's really no matter.

The compelling matter is the surrender of hope by means of isolating himself in the safe haven of Champions League football and of Ballon d'Or red carpets, where his suits produce more buzz than his goals against Eibar or Granada. That form of isolation would be like getting trapped voluntarily into the past and by the past. A bizarre, cynical version of Jay Gatsby.

viernes, 24 de junio de 2016

Elogio de Gary Lineker


Como la BBC no tiene los derechos de los grandes torneos de clubes, lo mejor de Gary Lineker, su comentarista estrella, aparece verano con verano cuando hay fútbol de selecciones. En Inglaterra existe una división entre fanáticos harto conocida: quienes prefieren a su club (usualmente gente de ciudades grandes con equipos tradicionales como el Everton o el Newcastle), y quienes viajan apoyando a Los Tres Leones (habitantes de ciudades menos grandes sin club de primera; por ello en las banderas aparecen los nombres de "Bristol", "Reading", "Taunton" y no "Manchester" ni "Liverpool"). A éstos se dirige Lineker básicamente.

¿Puede Inglaterra ganar el próximo Mundial?, fue el nombre de un documental presentado por él mismo, aparecido tras el bochornoso 4-1 que Alemania le propinó al entonces cuadro de Fabio Capello en Sudáfrica 2010. "Can England win the next World Cup? Gary Lineker goes in search of answers" se anunciaba así, porque hizo eso y nada más: viajar a España, hablar con Zubizarreta, con Piqué, Cruyff y Mourinho; ir con el mandamás de la federación inglesa y también al piso más alto de la sede de la Premier League en búsqueda de respuestas de quienes mueven los hilos del fútbol inglés. Con voz preocupada y seria, Lineker va planteando el problema de problemas y elabora su propia narrativa:

"Ésta es la misma enfermedad que ha evitado que alcancemos cualquier logro notable por más de 44 años".

Tercer máximo goleador histórico del equipo nacional y jamás infraccionado siquiera con una tarjeta amarilla, la autoridad moral que el Lineker futbolista le heredó al Lineker presentador hubiera bastado para hacer de él uno como tantos más: un comentarista hablando por inercia, automáticamente, sin audacia ni investigación, sin entrevistar ni hablar otro idioma. Respuestas comunes a una crisis futbolística tales como la falta de talento joven, de una idea de juego, exceso de extranjeros, la nostalgia por épocas mejores que no volverán y la crítica al negocio-fútbol aparecen todas en su documental. Pero, aparecen con una salvedad: están jerarquizadas dentro de una narración coherente -causa y efecto-, no aventadas aleatoriamente.

Comentar fútbol es un juego de retórica. De aventurar una explicación (¿por qué Inglaterra ya no gana nada?) y esperar que dicha explicación convenza a la gente. El comentario futbolístico parte de la premisa de que es esencialmente democrático: todos podemos hacerlo, aunque la opinión del ex-futbolista tendrá más peso que la del twittero o la del bloguero por motivos de mero poder carismático. El carisma, sin embargo, no debería bastar para hacer de un comentario una explicación indisputable:
Un comentario es cuando se entrega al lector una percepción como "verdad" sin preocuparse en informarlo sobre las tensiones de las cuales surgió esta "verdad". La afirmación se hace sin los medios para evaluar su validez.
Lineker pegó el salto de calidad porque llevó el comentario a la zona del auténtico periodismo a través de ese constante "ir en busca de respuestas". Se vale de su experiencia previa en los campos, sí, y de su trabajo comunicativo fuera de ellos, también. Así pues el ex-delantero del Leicester, renombrado en los ochenta por su hambre goleadora y su fino olfato de área, es hoy uno de los mejores comentaristas de fútbol cuya curiosidad insaciable le lleva a por nuevas historias allá donde estén. 

¿Podrá Inglaterra ganar el próximo mundial? Esperemos que no. De lo contrario, el problema que Lineker ha intentado resolver de una y mil formas, dentro y fuera de la cancha, habría quedado resuelto y su curiosidad habría quedado satisfecha. Y todos queremos más veranos así, con banderas inglesas con los nombres de Bristol, Taunton o Reading.

domingo, 19 de junio de 2016

¿De verdad fueron las rotaciones?


    La humillante eliminación mexicana de la Copa América Centenario empezó en los botines de Gary Medel. Corrían los primeros 20 minutos del choque cuando el Pitbull había proyectado ya un par de pelotas largas buscando la espalda de la dupla de centrales mexicanos. La primera de ellas forzó una barrida de último hombre de Néstor Araujo mandando a córner mientras la segunda exhibió a Héctor Moreno corriendo hacia atrás para el 1-0 de La Roja. Evidentemente, Osorio dispuso jugar con la línea defensiva muy adelante para presionar la salida desde atrás por tierra de los de Juan Antonio Pizzi.

¿Cuál fue la respuesta del campeón defensor? Salir desde atrás, pero por aire. Las primeras veces fue Medel, algunas Marcelo Díaz, otras el Rey Arturo, y algunas, menos acertadas, fueron de Claudio Bravo: todas buscando la superioridad en velocidad y en técnica de recepción de Alexis Sánchez y Edu Vargas sobre sus marcadores. Un éxito rotundo.

La equivocación de Osorio no fue de método (rotar alineación o no rotarla), sino de estrategia (jugar adelantado o esperar organizado atrás). El patrón táctico del 7-0, por ejemplo, fue sorprendentemente similar al de las golizas que solía llevarse el técnico portugués André Villas-Boas en su fugaz paso por la Liga Premier dirigiendo al Chelsea y al Tottenham. El blog británico de debate táctico, ZonalMarking, concluyó sobre la propuesta fallida del portugués y sobre su despido tras un 5-0 frente al Liverpool de Luis Suárez:

[Jugar con línea defensiva adelantada] es la característica definitoria de su estilo como entrenador, y aunque no es una táctica equivocada por sí misma, Villas-Boas repetidamente la usó en situaciones donde no cuadraba bien con sus propios jugadores, regalando mucho al rival. Eso, en otras palabras, es lo opuesto al objetivo de la táctica...

A pesar de que el debate de las rotaciones es el ariete más popular para golpear la joven gestión de Osorio, una crítica mucho más robusta a sus decisiones es que él pecó de obstinado por no adaptar su idea al material humano a su disposición, en vista sobre todo del material humano del rival. Jugar adelantado requiere de futbolistas capaces de cumplir con funciones adicionales a las que dicta su posición. Con el 0-0 aún en el marcador, México lanzó un trazo largo para buscar la espalda del propio Medel y fue entonces que Bravo salió de su área, bajó la pelota con el pecho para hacerse de ella y salió jugando por abajo vía Gonzalo Jara.

El fiasco significa reconocer los límites de los jugadores mexicanos seleccionables. Y también los límites que esto impone sobre los modos en que México puede jugar. Hay defensas disciplinados pero desorientados a campo abierto, porteros con mucha reacción bajo palos pero sin juego de pies, medios fantásticos que como por acto de magia desaparecen, delanteros letales dentro del área desprovistos de las virtudes para salir de ella. Los recursos futbolísticos del Tri obligan a otras estrategias. Los pies en la tierra.

Bien podría pedirse la cabeza de Osorio y traer en su reemplazo a alguna de las mentes maestras de la táctica contemporánea como Diego Simeone o Massimo Allegri y, no obstante, habrían de vérselas con la misma materia prima. Si el mea culpa del técnico colombiano es sincero y ha aprendido la amarga lección, conservarlo en el cargo al menos garantizará decisiones más sensatas y respuestas menos rebuscadas frente a la prensa. A final de cuentas la paliza que se llevó su equipo nos la llevamos y merecemos todos nosotros también.

sábado, 18 de junio de 2016

How to understand Izazola's decision within Liga Mx?



   Czech writer Milan Kundera has some pages of his first novel, The Book of Laughter and Forgetting, explaining why he fled his own country. Himself a member of the Czechoslovakian Communist Party, Kundera did not depart on occasion of the Soviet invasion in 1968, but did so only until 1975 when he went into exile in France, where he settled for good. Why did he take so long to run away from oppression?

The announcement, doubly surprising, made by Pumas UNAM's graduate, David Izazola, about ending his professional career at just 24 years old was hotly debated in social media with some commending and others turning against. It was doubly surprising since the winger (who received some caps for national underage sides in the past) had already been forgotten by almost everyone and because, with that age, it is still very possible to have decent contracts in the lower tiers of the domestic league.

In his tweeted announcement, Izazola referred to a "system made for foreigners in which decisions are taken on grounds of profits and business and not on skills and talent". These lines would represent volcanic critiques to decision-makers of Liga Mx after the approval of laws allowing top-flight clubs to field squads packed with foreign resources. Although lately the discussion about the scarcity of Mexican youngsters making a lasting impact had narrowed to "Mexicans vs Foreigners and Naturalizados", this time Izazola's decision moved the conversation onto another shocking direction.

"Please don't dramatize: had he been a good player, he surely would have made it big. Talent shows itself"-, "It's very coward to blame others for your own failures "-, "Giving up your dreams? If these are indeed your dreams you will do whatever it takes to fulfill them"-. The "not-too-good" rant at Izazola, nevertheless, strengthens the cause of those who made the new rules in Liga Mx. Should this be the case (that every Izazola in Mexico is deserving of his gloomy fate), then the only legitimate criticism to the new rulings must be about their very late arrival. Here, Izazola's experience is a confirmation of the urgent need of more and more signings from abroad.

The real question, however, is not whether Izazola had a poor level or not, the real question is: why did he take so long to escape from a system that, has he claims, is merciless with Mexican youngsters?

Explaining his exit from his fatherland, Kundera uses one expression, "circle dancing", to make allusion to the Czechoslovakian class of privileged intellectuals united around Communist Party membership. Kundera was aware of the atrocities of 1968 onwards, and was also aware of the persecution suffered by some of his friends who were reluctant to "circle dancing". He remained a party member almost until his exile, though, since the dance allowed him and others to keep together as a closed group and to look the other way at Communist abuses. "Circle dancing", furthermore, meant fun and play:

Then I became conscious of the circle's magical meaning. If we get out from the line, we can get back in. The line is an open formation. But the circle is closed and there's no possible return.

More than putting an end to his career, Izazola has taken the uncertain choice of getting out from the circle (what's next for him now?). The circle of Mexican youngsters and former youngsters is nowadays comprised by champions and runners-up of junior FIFA tournaments who enjoy first-world salaries while being benched game after game. Some of them watch Liga Mx in box seats, behind acrylic glass, eating popcorn as their teammates play. "Circle dancing" might mean money and joy but no play. And soccer players are so called because they play soccer, just like intellectuals are so called because they use their intellect.

Kundera perhaps took so long to flee as he realized that "circle dancing" meant everything except thinking. Izazola perhaps took so long to retire as he realized "circle dancing" means anything except playing soccer. The real drama is not his particular case. The real drama is the one of those who are already retired and don't even know it.

lunes, 13 de junio de 2016

Chicharito: Mexico's newest idea of violence


Argentine storyteller Jorge Luis Borges used to contend that authentic metaphors have already been invented. Regarding new ones, either they are weak or are little more than remakes of the classics. "True [metaphors], those which formulate intimate connections between one image and another, have always existed", he wrote. Cooling down a hot potato ("Sacar las papas del fuego", a common expression in Spanish which smoothly translates to English), for instance, is just as useful as timeless: it works due to the linkage between the image of the difficulty which is solved at any time in any place with that of the burning potato.

If we are to explain the commonly held belief amongst Mexicans that Mexico barely stands out in good things (without using that many words), then we should ask the safe help from the ubiquitous metaphor of The Crab Bucket. They will get it: seeing the lone crustacean at its useless struggle against its peers in order to connect this scene with whatever political, economic or cultural traits are considered characteristic of Mexican society. The Mexican man never excels, because the Mexican men are going to take him down.

Although it might well apply to fellow countrymen of success like filmmaker Alejandro González Iñárritu, the social critique suggested by the Crab Mentality does it better to the soccer star Javier Hernández's career. The more popular and more familiar, the more useful. Those good and bad seasons through which the tireless young man from Jalisco has remained in Europe without falling prey of surrender have taken him beyond the place of mere sporting figure: he now personifies the idea, powerful and appealing, according to which his fatherland can no longer be compared to a bucket full of hideous crabs. Some of them could still survive, far too many perhaps. But in the times of  Negro Iñárritu and Chichadiós, the metaphor shall be absolutely obsolete.

Metaphors do much more than simplifying the complex. They function as this simplification is done by means of a contrast, imagination and reality. Mexico is not The Crab Bucket given that neither all vices can be imputed onto all of a country's inhabitants nor those vices can be exclusive national property: metaphors like these simultaneously portray all of the world's societies and none of them. By becoming the archetype of the success of Mexico, the Javier Hernández idea moreover blurs our metaphor's contrast and leaves it as another cliché. Another unworthy commonplace that revolves in half truths and fallacies... The archetype gives Mexicans the strongest of cases for finally saying, "Yes, we can".

In terms of winning hearts rather than winning minds, archetypes crush metaphors. The contrast between imagination and reality gets replaced by a contradiction, a clash of opposites with no room to nuances: just as the accepted archetype of beauty defines ugliness by opposition. Values against anti-values; good Mexicans against bad Mexicans. One necessary analysis of the Chicharito idea in the country where crabs keep moving sideways must ask for who these are (the bunch of those envious, resentful, mediocre, jobless and idle that wander in the streets and proliferate within social media), and, what is more, must ask too for what banners are lifted by the newest national archetype itself: the cult of success, the self-indulgence, the work made in order to shut mouths, the unfettered vanity. The belligerent side of strong hearts must subdue the side of lazy hearts.

Metaphors, however, can reach further than archetypes when it comes to winning minds and hearts. The Crab Bucket is as much a critique to every social vice as the concept of Chauvinism encloses an ever-pertinent critique to archetypes which suspiciously wrap reasons into flags. A word of French origin, Chauvinist copes with one bizarre offshoot of nationalism which, besides, translates to other languages, though its arrival South of the Rio Grande seems forever delayed.

Questioning whether the twice Oscar-winning director makes films that are rich in photography but poor in narrative; or questioning the fair merit of netting handfuls of goals in contrast to assistances to other teammates which can be counted with less than five fingers, is more often than not understood as the crab treason toward the archetype of Mexican excellence. It is so understood in the place where there is no self/social critique, Chauvinism, Jingoism.

As Borges rightly contended, the power of metaphorical language brings us to look into the intimacy of two juxtaposed images: The Crab Bucket is one for reflection on whole societies and not on random groups of individuals. This Chicharito idea, turned into archetype of social rhetoric, more than to describe is dedicated to judge people on arbitrary criteria. Good and bad countrymen we are, no matter how many first-touch goals inside the penalty area of a soccer field are needed to make us submissive and silent.

@Cesarkickoff

lunes, 30 de mayo de 2016

Mexican soccer journos didn't free Pulido


It is in the occasions in which Mexico's reality overtly hits the bubble of Mexican soccer that Mexican soccer journos prove more and more unprepared to deal with Mexico's reality. The spontaneous rise of the hashtag #LosTwitterosLiberamosaPulido (#WeTwitterUsersFreedPulido) alludes to average Mexicans reacting to the saturday midnight abduction of Mexican striker Alan Pulido in the outskirts of Ciudad Victoria, Tamaulipas. When the bulk of domestic soccer punditry was getting ready for yet another unchallenging Sunday of Liga Mx finals, social media users took Pulido's drama to reflect on this country's violence which overlaps the blurred lines between authorities and organized crime.

Although there was the pathetic instance of a sports webpage grasping the social hype to advertise content featuring the bio and Instagram pictures of Pulido's photogenic girlfriend -or even some other well-renowned print news outlet tweeting they had the 'full chronicle' just to turn out it was only a brief account by some 'unidentified security official'-, perhaps the gravest omissions belonged to those who labeled the situation as plain 'kidnapping' when no further information was confirmed or researched.

Until very recently, it was more or less easy stuff to present to Mexicans any case of abduction as "kidnapping" (where "kidnappers kidnap as a quick way of getting large sums of money"). In consequence, many politicians and political parties did run campaigns promising 'iron fist policies' like the death penalty or life imprisonment or more army battling druglords. The lines between the bad fellows and the good ones - says this rhetoric- can't be clearer: eradicating kidnappers is only about getting tough. That, to an extent, has changed as result of the documentation of several cases over the last decade of forced disappearances in which individuals in Mexico get abducted without price tag and without return.

Are Mexican soccer journalists required to know that the difference between kidnapping and forced disappearance consists in this latter's being a violation to human rights, international law and -more importantly- implying a tacit collusion between law-enforcers and law-breakers? The answer is absolutely yes insofar as they report on Mexico, they work for the news media and they are, or introduce themselves as, journalists.

Celebrating euphorically a new Liga Mx title for his club inside the dressing room along his employees on Sunday night, Pachuca's owner, Jesús Martínez, was pretty fast to acknowledge three soccer journalists out of a list of names which also included high-profile businessmen and politicians. Why would a multiple club owner be grateful to some journos/pundits? For favorable punditry? If the answer is yes, we would be forced to admit that Mexican soccer journalists are not prepared to deal with Mexico's reality by minimun standards whenever it hits the bubble of Mexican soccer because they are not journalists in the first place. They can be relatives of someone, the lucky or the well-connected. But not journalists.

One thing we do know for sure: they didn't free Pulido. Mexican twitter users did.

viernes, 4 de marzo de 2016

Boca 0-0 Racing: What will Barros-Schelotto do?

   

   One training session since taking over Boca Juniors was all Guillermo Barros Schelotto had in order to face the Copa Libertadores group stage clash against Racing Club. On the field it clearly appeared so as his side used carbon-copy tactics from last year's Libertadores: a 4-3-3 with Lodeiro tucking in from the right channel and Andrés Chávez staying wide on the left. Carlos Tévez attempted interesting movements around the false nine spot, but Racing stayed compact with two standard banks of four, playing reactive, overall producing a really regrettable football match.

What lessons if any can we take from a goalless draw within an empty stadium? The absence of chanting crowds at least enabled viewers to hear actual tactical instructions (although it was the opposition boss, Facundo Sava, who yelled the most at Rodrigo de Paul to stay permanently ahead of Iván Pillud and keep things cohesive). Barros Schelotto's insistence was on a possession-based style with special attention paid on working out the ball from deep. The midfield trio of Gago-Meli-Pérez caused some problems for rival holding duo of Luciano Aued and Acuña by simply outnumbering them. But it seemed that Racing's simultaneous early double substitution (forced on injuries to Grimmi and Lollo) broke Boca's rythm for the rest of the contest.


In those first brief lapses of acceptable football, the Boca Juniors man who caught the eye was Fernando Gago. As César Meli (he goes by the nickname Cabezón, judging by Orión's yells) and Pablo Pérez shut down the passing lanes of Aued and Acuña (effectively pressing Racing's build-up), Gago had space and time to spray passes sideways judiciously. That's why Sava permanently instructed De Paul to stay ahead of Pillud: because Boca's left full-back Silva motored forward to receive high up the line, thus attempting to stretch the Racing four-man defensive line. De Paul always abided by the instructions, Racing never got that much overstretched and the Boca wide players showed little to none dribbling skills.

What went almost unnoticed, however, was how unsuccessful Racing's high pressing was at preventing Boca from working the ball out of deep positions. Early on Lisandro López and Óscar Romero focused on harrying the Boca centre-backs -Cata Díaz and Chaco Insaurralde- so by the time both Grimmi and Lollo left the field, the Paraguayan playmaker seemed to give up on pressing high and instead went on to cover Gago. In this way, La Academia reverted from a more or less pragmatic 4-4-2 to a very reactive but cohesive 4-4-1-1 that was an absolute success at nullifying the home side.

If Romero gave up his first intentions, much of it can be explained by the quality with the ball of Insaurralde. One of football's greatest truisms is the scarcity of natural, left-footed, centre-backs able to distribute play straight away from the left with speed and accuracy. Which is, that using an inverted right-footed centre-back (as many squads do) risks either losing the ball or losing precious time in the build-up. When regretting his departure, Insaurralde's former boss in Mexican club Jaguares Chiapas, Ricardo La Volpe, remarked that "for him, being left-footed gives a natural technical and tactical advantage. In my opinion he could well be considered material for national team ". In this way much of Boca's most promising passing came from Insaurralde who began to perform the Gago role when Gago himself got taken by Romero.

For such a terrible match, almost a training session itself, the lessons are scarce but clear. Barros Schelotto will implement a possession style based on deep build-up play, high pressure and midfield dominance through outnumbering the rival. His team, however, didn't seem eager to raise the stakes when Racing got compact and this may be a signal of a boss who knows how to play cup competitions. Boca, truth be told, seems an unbalanced squad since some spots are plenty of individual quality while others are simply filled with supporting roles.

martes, 26 de enero de 2016

What if Mexican players are overvalued instead of lacking ambition?

The leaking of what presumably is Héctor Herrera's contract with FC Porto by FootballLeaks may show us a different perspective in the discussion about foreign talent in Mexican soccer. Although the most volcanic argument is that which says Mexican youngsters lack in ambition and indulge themselves once they reach early success, it would only be half the story.

Herrera's unofficial contract tells us that Mexican players particularly are now as much a footballing asset as a financial asset; both sides being related to each other to a extent which would open the possibility of overvaluation (like happens with currencies, commodities or stocks). The footballing side would be the "face value" while the financial side would be the "market value". The difference between them is, according to the first result given by Google:

A: Face value, or par value, is equal to a bond's price when it is first issued, but thereafter, the price of the bond fluctuates in the market in accordance with changes in interest rates, while the face value remains fixed.

The abovementioned document says Herrera moved from the Mexican league to the Portuguese league in 2013 through the acquisition of 80% of his economic rights by FC Porto (8 million euros). Moreover, the side letter to the transfer agreement between the Portuguese and Pachuca states that the release clause for a potential move to another club (in case the remaining 20% stayed with Pachuca), amounted to 20 million euros to be distributed proportionally amongst the two parties. Within the pages of FC Porto's public financial statement for the 2013-14 season, however, the release fee appears as 40 million and not 20 as it appears in the side letter leaked.

                           

The moneyball strategy that Porto employs with the Mexican midfielder is the same employed with other players in the past: to try to cash the highest profit possible by betting (speculating, bluffing, if you like) on the perceptions of the market value. Once Porto manages to sell, say, Jackson Martínez, for three or four times the money they paid to Jaguares de Chiapas, a new contract is signed and Jackson's face value (along with his release clause) increases boosted in part by his footballing performance.

Although Héctor Herrera landed on Portugal a summer after conquering the Olympic gold medal with the u23 Mexican team, he experienced a dip in form during that Olympic tournament making his final appearances only as a substitute. As we saw in the last World Cup (where Herrera was arguably Mexico's best man), he's relentless, disciplined and able to dribble past everyone in central zones. When fully fit, he can be top class. But when not fully fit or focused, he wanders and disappears: it was the case in the last Concacaf Gold Cup, where he was relegated to the bench, and it was also the case during the first months of the current club season.

Herrera is a player of ups and downs and it's likely that Porto won't sell his rights for more than his real face value (less than 20 million euros). A potential move for him probably will resemble that of countryman Javier Hernández last summer. Although back in 2010 this latter's transaction fee remained undisclosed, the money Manchester United paid Chivas is said to be in the region of 6 million pounds; the money Bayer Leverkusen paid United, five seasons later, was just 7.3 million. Chicharito's face value, in other words, remained almost equal in plain footballing terms.

Mexican talented footballers are indisputably a financial asset whose profit ratio is way bigger than that of players from smaller countries with a similar tradition like Chile, Uruguay or even Argentina. For instance, social media accounts of European clubs which target Spanish-speaking audiences can easily double or triple their traffic from Mexico or from the United States by signing a decent prospect. That's where the market value of a Mexican player can pull up his face value, along with his salary, although then such a gap between the footballing side and the financial side is of course an overvaluation.

The gap between face and market values for Mexican players, namely, the existence of a general overvaluation, is no theoretical abstraction because it explains the increasing need of imported talent in Liga Mx in spite of the too increasing presence of Mexicans in European Leagues. Time has come for fans to assign the proper value to a beautiful volleyed goal against Paços de Ferreira in a 4-0 thrashing and to any junior title the national side can win, bearing in mind the fair location of Mexican soccer within the beautiful game's international marketplace.