martes, 27 de febrero de 2018

Esa máquina de hacer humo llamada Primeira Liga



¿Cuánto vale vapulear al poderoso Vitória de Guimaraes o darle la vuelta al temible Paços de Ferreira? ¿Y cuánto más meter un golazo a la escuadra sacándose de encima a media defensa del demoledor Moreirense?

Hará dos años que me vendieron a Renato Sanches del Benfica como el próximo niño maravilla del firmamento internacional. Lo observé con atención en los cuartos de final de la Champions 2016 contra el Bayern Múnich (aquel partido en Da Luz cuando Raúl Jiménez le hizo gol a Manuel Neuer de cabeza). Pero el chico estaba muy verde y Vidal se lo devoró en el ida y vuelta.

Pues resultó que no estaba verde, sino que más bien fue un globo inflado con aire caliente misteriosamente comprado por el Bayern por varios millones de euros. Digo misteriosamente, aunque nada tiene de misterioso: antes de Sanches fue el serbio Lazar Markovic al Liverpool y el caso más reciente es el de Nicolás Gaitán al Atlético de Madrid.

Se trata de la danza de los millones desembolsados por jugadores que no los valen en complicidad con un sector de la prensa que compra todo el humo de la Primeira Liga.

No digo que siempre haya sido así. Falcao, James Rodríguez, Ángel Di María y Casemiro se consolidaron en Portugal. ¿Pero hace cuánto ya de eso? ¿Pueden los clubes portugueses seguir exigiendo lingotes de oro por futbolistas muy medianos a pesar de que su liga claramente no es parámetro de competitividad?

La brecha entre los exorbitantes montos facturados por estos jugadores y lo que verdaderamente demuestran sobre el campo está provocando que los clubes compradores vean en China el modo de recuperar lo gastado. Rayados de Monterrey pujó por fichar a Gaitán, pero el Atlético de Madrid exigió una cifra próxima a los 25 kilos que le pagó al Benfica en 2016.

Naturalmente, Rayados no accedió a semejante transacción y el Atleti debió despachar a Gaitán en un combo de 48 millones junto con el belga Yannick Carrasco (18+30, según la prensa china). El club colchonero ya sobrepasó al Chelsea como el vendedor favorito de la Super Liga China.

En cuanto a los mexicanos en Portugal, el cúmulo de decepciones portuguesas en otras ligas europeas es una grave llamada de atención para poner los pies en la tierra y no sobredimensionar sus actuaciones. Si el 5-0 del Liverpool al Porto y la eliminación del Benfica en fase de grupos de Champions no son alerta suficiente, entonces que lo sea el caso Nico Gaitán.

Hace rato que de la Primeira Liga Portuguesa generalmente son todos petardos y los aficionados deben actuar con cautela ante la maquinaria propagandística que aún gira en torno a dicho campeonato. Que no intenten venderles al siguiente Renato Sanches a un precio que solamente es racional para los chinos.

jueves, 1 de febrero de 2018

Guido Pizarro y el juego de las apariencias


Cuando Sky adquirió en exclusividad para México los derechos de la liga española, aquella primera temporada (2006-2007) fue transmitida con narración original de la televisión ibérica. Así fue como di con el mítico narrador Andrés Montes, a quien se le atribuye la autoría del término "tiki-taka".

Aquel año, Javier Aguirre entrenaba al Atlético de Madrid y Montes narró varios de sus partidos. Al cuadro colchonero había llegado un búlgaro regateador, Martín Petrov, a quien Montes le apodó "Efex (FX): efectos especiales". Y es que, a pesar de ser veloz y de poder zigzaguear con el balón, verdaderamente escasa era su producción. Era apariencia nada más, decía Montes.

Esto viene a cuento del frustrado regreso de Guido Pizarro a Tigres tras su primer semestre en el Sevilla Fútbol Club. La justificación de su deseo de volver a México según la prensa era tener minutos de cara al Mundial. Además de los minutos, México le daba al argentino la posibilidad de recuperar su apariencia de mandón del centro del terreno en el club campeón de la Liga MX.

Pizarro me parece un pasador preciso y confiable que sin embargo sufre cuando le cierran los espacios o cuando lo marcan personalmente. Lanzando contragolpes es un crack, pero no olvido la apariencia de impotencia que me dejó en la final de la Libertadores 2015 cuando el River Plate de Marcelo Gallardo le cerró todas las avenidas a través de Matías Kranevitter y de Leo Ponzio.

La misma apariencia que me dejó en esa final ante Chivas y frente a la marca de José Juan Vázquez y de Orbelín Pineda.

En Sevilla, las apariencias indican que Vincenzo Montella no quiere a Pizarro y que por quien realmente suspira es por el español Borja Valero, a quien dirigió en la Fiorentina unas tres o cuatro temporadas de Serie A. Para mí, Valero es el "Efex" de esta década: la lleva bordada al botín, la esconde, la pisa, la mueve por un lado y el por el otro y, al final del día, con él todo queda en apariencias. Valero es hoy la imagen del medio campo de un Inter de Milán embrollado nuevamente.

El fútbol, especialmente cuando cierra el mercado de pases, es también un juego de apariencias. Quien aparenta ser una cosa para algunos no lo aparenta para otros y viceversa. La realidad como siempre está en el punto intermedio: Pizarro ciertamente tiene nivel para jugar en el Inter y Valero por supuesto que podría jugar en el Sevilla. El tema (y el desengaño) está en las apariencias superlativas.

Viéndolo en retrospectiva, el estilo de Andrés Montes en la prensa de fútbol de esta década sería del todo inaceptable. ¿Afirmar públicamente que un jugador no es más que efectos especiales? Ni pensarlo. Lo de hoy es decir: "Mira qué zurda, mira cómo abre líneas de pase, mira de qué forma limpia el camino, mira cómo ha evolucionado tácticamente".

Y, así, todos los jugadores hechos de cierta apariencia juegan el fútbol de las apariencias más que el fútbol de los partidos. Ojalá que Pizarro me calle la boca y la rompa en Sevilla porque yo sigo prefiriendo a Leo Ponzio, que jamás contó con apariencias, pero siempre cumplió jugando.