El regreso de Luis Suárez, la roja a Maxi Pereira y la
lesión de Diego Lugano aseguraban al menos tres cambios del Maestro Tabárez
respecto a la debacle ante Costa Rica. Siendo esas tres meras modificaciones
hombre por hombre, el cuarto cambio (tiró
a Stuani y subió a Lodeiro) modificó tácticamente a Uruguay y formó un 'diamante'
en su medio campo.
La Celeste es la primera escuadra que utiliza en Brasil esta
formación enterrada por años y años de 4-4-2, 4-3-3 y 4-2-3-1. ¿Qué es eso que
hace tan distinto al 'diamante' de otras formaciones? Ciertamente no es el uso del enganche (en el 4-2-3-1 también hay enganche, aunque nominal), sino
más bien el uso de dos delanteros más tres medios ofensivos con el interior del
campo como área de creación. Uruguay no podía apostarle al exterior del
campo como área de creación; carece de extremos habilidosos y defensas
laterales técnicos. Era el 'diamante' o la nada.
El 'diamante' entró en desuso porque en realidad el interior
del campo es la zona que se copa más fácilmente y por tanto requiere un tipo de
jugador, el enganche clásico, de los
que nace uno en un millón cada cincuenta años. El 4-2-3-1 usa enganche nominal,
pero se juega a la segura porque
adelante del diez sólo hay un delantero y en el peor de los casos sólo son dos los
jugadores que no participan del sacrificio defensivo. En el 'diamante', en
cambio, teóricamente son tres los jugadores que no participan del sacrificio
defensivo; un lujo innecesario en el fútbol moderno.
Si entonces Uruguay iba a emplear el diamante, Tabárez debía
formar con dos delanteros y un enganche dispuestos a jugar con las caras sucias.
Esos son Suárez, Cavani y Nico Lodeiro (quien le ganó el pulso a Gastón Ramírez,
un diez algo más elegante). El primer gol de Suárez es en realidad un gol
típico de 'diamante': tres uruguayos exhiben la falta de velocidad de seis
ingleses corriendo en dirección hacia su propia portería.
En el fútbol 3 no es menos que 6. Escapa a las matemáticas. La velocidad, la técnica y la picardía charrúa desnudaron lo que teóricamente era una defensa bien parada y desnudaron también, quizás, que la contención Henderson-Gerrard no es la más apropiada si Egidio Arévalo Ríos puede él solo del otro lado hacer bien el trabajo de ambos.
El grupo D es lejos el más apasionante del mundial y cada uno de sus partidos deja una lección táctica para la posteridad. La última fecha entregará un Italia-Uruguay, Prandelli-Tabárez, que seguramente dejará satisfechos a todos porque ni Uruguay está clasificado ni Italia ganando mañana a Costa Rica lo estará.
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