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martes, 18 de agosto de 2015

La importancia del Athletic Club


No soy vasco, pero desde el 2011 comenzó mi simpatía por el Athletic Club. Desde luego mucho de ello se debió al juego valiente de esa primera temporada de Bielsa en Bilbao, aunque del club siempre me fascinó su capacidad casi milagrosa de hallar goles y goleadores en tiempos en que pareciera indispensable el gran fichaje para traerlos. Primero fue el Ismael Urzaiz de comienzos del nuevo milenio; después, el Fernando Llorente del gol cabeceado en Old Trafford y ahora este Aritz Aduriz de los cuatro al Barça. Quizá alguna vez falte portero; otras, medio campo, o acaso en algunas defensa. Pero gol, siempre. Y mucho para un club tan aferrado a sus convicciones al que tanto se le pronosticó que los tiempos modernos se lo devorarían cual leones como si leones fueran los tiempos y no los futbolistas de Lezama y San Mamés.

La importancia del Athletic consiste en contestar los dos grandes postulados del fútbol de hoy que son también axiomas de la vida, porque en el fútbol, como en cualquier otra actividad más o menos lúdica y más o menos trivial, proyectamos quiénes somos y quiénes aspiramos a ser. El primer axioma está implícito arriba y tiene qué ver con el poder que hemos otorgado al dinero; el segundo, con el valor que en cambio despojamos al esfuerzo y a la voluntad.

Durante un año di clases en secundaria y preparatoria encontrándome cada martes y miércoles con apariciones masivas de camisetas de clubes de élite europea entre las que predominaron siempre por acá y por allá, arriba y abajo, a diestra y siniestra, en chicas y en chicos, las de los dos grandes de España. El verano en que el uno ganó la Champions y el otro la perdió dio pie, al uno para el beneplácito sin cuartel y al otro para el gasto sin frenos. Y viceversa al verano siguiente. De algún modo, tal vorágine entrega un mensaje perverso al oído joven precisamente por lo voraginoso de su discurso: la derrota que se vuelve fracaso que se vuelve crisis que se vuelve tragedia que se soluciona gastando, trayendo caros a los nuevos y echando a la calle viejos a los culpados. Con el Athletic eso no puede ocurrir: falla un pase San José, suelta un centro Iraizoz, la cintura de Balenziaga es castigada por un regate imposible de Messi, la pelota pasa entre las piernas de De Marcos ya que el caño fue de Cristiano, el marcador acaba abultado... y el Athletic sigue siendo el Athletic. Los jugadores maduros y lentos se quedan, los jóvenes e inexpertos suben y se les unen.  Mientras todos corran y no paren de correr para atacar y defender, todos juegan. Si el gran fichaje pudiese hacerse ¿qué caso tendría de cualquier modo? ¿es que los problemas graves de la gente común en la vida cotidiana se resuelven como por arte de magia echándoles dinero encima?

Si viendo camisetas por los pasillos de una escuela me di cuenta de la importancia del Athletic como contestatario al poder que dimos al dinero, jugando fútbol con los colegas caí en la cuenta que el Athletic reivindica el valor que nosotros injustamente despojamos al esfuerzo y a la voluntad. Las demasiadas repeticiones y encuadres cerrados y acercamientos a la jugada fantasiosa, al golpeo magistral, al firulete y a la celebración pletórica en éxtasis esconden lo que el galáctico y la pulga dejan de hacer cuando no tienen el balón. La toma panorámica del campo de juego -la más aburrida para el televidente que ve hormiguitas y aborrecida por el director de cámaras que busca constante el vértigo y el melodrama- es no obstante la que captura la esencia toda del fútbol y de paso señala al egoísta, al apático, al pecho-frío y al holgazán. Expulsada la toma panorámica, son las cámaras arácnidas, las súper-lentas y las de detrás de las porterías y de los tiros de esquina las que engendran esa moral bizarra que castiga el error producido por intentar hacer las cosas y deja impunes las negligencias. La más grande de todas, jugar caminando. Se intenta el regate: bien si sale; si no, a regresar al galope. Caminando nunca. Aduriz, serás muy Aduriz, goleador y estrella, pero los córners en contra los bajas a defender, la salida de los centrales rivales debes presionarla e irás por arriba a competir todos los pelotazos hasta más no poder. Y Aduriz lo hace, porque si no ellos pierden, por eso Aduriz es híbrido de caudillo y rematador. Daniel Pasarella y Gabriel Batistuta al mismo tiempo.

En la vieja tradición de estirpe ganadora del Athletic, sus aficionados juegan la parte que les corresponde haciendo pesar San Mamés y son recompensados con la salida de la gabarra cuando el club alcanza títulos. Los 31 años de sequía y las tristezas -especialmente ésa de la final europea perdida contra el Atlético de Madrid en Bucarest con Bielsa en la banca- harían pensar en una afición impaciente hasta la desesperación por sacar la gabarra y festejar sea como sea sin mayor deliberación en el éxtasis pletórico y el beneplácito sin cuartel de aquéllos que verano con verano deben echarse a la celebración o hundirse en la vorágine. Sin embargo, el Athletic jugó la Supercopa sin ser campeón de nada y esto es sabido por los bilbaínos. La jugó por mera burocracia y absurdo protocolo a pesar de ganarla ya sobre el césped con margen y autoridad. La idea, de un gran número de los seguidores, es no sacar la gabarra para preservar el espíritu de una celebración mítica que hace décadas correspondió a títulos ligueros y a torneos de copa conquistados jornada tras jornada, eliminatoria tras eliminatoria, auténtica y no protocolariamente. Pese a osar el debut en el cuadro titular a futbolistas venidos de la tercera y segunda división como Merino y Eraso frente al Goliat blaugrana de Europa, lo del Athletic fue sólo la consecución de un acto de justicia deportiva que dejó para su afición el acto de heroísmo puro al abstenerse de sacar la gabarra y aguardar paciente a lo bueno por venir.

Contestados los postulados modernos del poder dado al dinero y despojado al esfuerzo y a la voluntad, el Athletic también contesta y refuta un tercer postulado sobre la impaciencia, la incapacidad de perseverar y esperar. Durante esos días como profesor, mucho recibí en términos de burla y/o compasión -siempre desde la gentileza y el cariño de mis entonces alumnos- por simpatizar con el Athletic en momentos de vacas flacas esperando a las vacas gordas. En esos mismos días también dejé en claro que en mis clases no habría lugar para soluciones mágicas ni para la pereza o la apatía y que si querían pasar el semestre tendrían que poner manos a la obra. Porque dentro del salón, y también sobre el césped, siempre intenté proyectar mi simpatía por el Athletic Club y la importancia de lo que éste representa.

martes, 18 de febrero de 2014

ManCity 0-2 Barça: La posición de Busquets y el enigma Clichy

El Barcelona logró dejar prácticamente definida la llave a través de paciencia y cautela. Acaso sea este partido el signo de un nuevo Barça más eficaz y menos artístico. Del otro lado, Pellegrini apostó fuerte después de la expulsión de Demichelis y, entre mala fortuna y malas decisiones, su primera Champions como técnico de los skyblues casi que llegó a su final.

Ambos técnicos hicieron cambios respecto a sus alineaciones más tradicionales. El ‘Tata’ prescindió de un extremo (llámese Pedro o llámese Neymar) para ingresar a Cesc Fábregas hacia el flanco izquierdo de Sergi Busquets; Iniesta jugó por la misma banda aunque difícilmente puede decirse que fungió como extremo al conservar una posición de ‘sombra’ de Jesús Navas. El ‘Ingeniero’, por su parte, evitó el error que el Chelsea de Mourinho exhibió en la Premier (a saber: jugar con dos nueves clásicos más David Silva), y alineó al Canario como pareja de Negredo para ahorrarle al primero labores defensivas en las que ciertamente deja mucho que desear. A falta de James Milner, el chileno formó a Kolarov como volante y a Clichy como lateral en una decisión de graves, muy graves consecuencias.

¿4-4-1-1 contra 4-3-3? Como lo ilustra el reporte táctico de la Uefa que aparece abajo, es imposible hablar de formaciones porque en el caso blaugrana en particular el equipo deliberadamente estaba desbalanceado. Iniesta y Alba por izquierda buscaron contener el lado fuerte del City, el de Zabaleta y Navas, mientras Alexis y Alves intentaban cargar el lado flaco del rival: su izquierda. El Manchester City sí que lució un dibujo más simétrico.



La clave estuvo en las posturas de uno y otro club en el medio campo. Si Pellegrini se mantuvo firme en la dupla Touré-Fernandinho que en Inglaterra levanta acalorados debates sobre quién es el que ataca y quién es el que defiende, Martino dispuso de la versión más conservadora de Busquets. En el reporte de la Uefa, que refleja promedios de posición sobre el césped durante 90 minutos, los del City aparecen por delante de la línea de medio campo mientras Busquets a todas luces aparece por detrás.

El detalle no es menor: Busquets recuperó el balón con que Iniesta proyectó a Messi para la barrida de último hombre (y posterior expulsión) de Martín Demichelis. Hasta antes de quedarse en inferioridad numérica, el Manchester City jugó con una línea defensiva peligrosamente adelantada a invitación expresa de un Barça que esperó cautelosamente un contragolpe fatal.
Con diez, Pellegrini hizo cambios dignos de un estratega valiente jugando ante su afición. No obstante, creo que cometió un suicidio al restarle fuerza a su lado más vulnerable sacando a Kolarov y dejando sobre el terreno a Gael Clichy. Quizá el City pudo haber logrado el empate si Silva o el propio Clichy hubieran aprovechado mejor sus respectivas oportunidades frente a Valdés, pero la inyección de adrenalina a los citizens vino a expensas de abrir una autopista de cuota gratis para Daniel Alves. Tal vez Clichy y Kolarov defensivamente tengan la misma calidad, pero el francés es uno de los jugadores más apáticos que jamás haya visto en Champions League; y hoy Manuel Pellegrini corroboró el porqué la permanencia de Clichy dentro de la élite del fútbol es un enigma sin respuestas.

Levantar un 0-2 de visita en Camp Nou se antoja difícil porque el City debe salir por el juego y dejarle espacios a Lionel Messi, nada más y nada menos.

martes, 3 de diciembre de 2013

El Bilbao es fuerza, fútbol y categoría.


La historia del Athletic dice que el Athletic en San Mamés -en un montón de sus ciento y pico de años-, ha barrido casi siempre al equipo contrario.

Javier Clemente.

   Enojado y resentido, Aleksander Hleb alguna vez rajó de Guardiola asegurando que su ex entrenador no era el mejor del mundo; que simplemente contó la suerte de dirigir al mejor equipo del mundo con los mejores jugadores del mundo. Si Hleb tuviera razón, bastaría entonces echar un vistazo a las individualidades de los equipos para conocer los resultados de antemano y el fútbol sería el deporte más aburrido del mundo… Pero no, afortunadamente todavía existen los valientes como el Bilbao.

Continúa leyendo mi texto completo en Fútbol de Café haciendo click aquí.

jueves, 22 de agosto de 2013

Barcelona: también valdría fichar un ‘9’ roble.


   La mano del ‘Tata’ Martino, su pragmatismo, comenzó a notarse en un aspecto que tal vez no guste en los sectores más ortodoxos del Barcelonismo: la disposición a tirar balones largos y centros al área.

Frente al Atlético de Madrid, por la ida de la Supercopa, las estadísticas no dan lugar a duda sobre este nuevo Barça. Como siempre, los blaugranas tocaron la pelota más que su contrincante (697 pases contra 243); pero esta vez centraron más (13 por 10 del Atlético) e intentaron saltar las líneas con balones largos prácticamente el doble (87 ‘pelotazos’ por 47 del Atlético). Acaso esto no signifique una nueva tendencia en lo absoluto –centran y saltan las líneas con más frecuencia simplemente porque siempre tienen más posesión-; pero ello no significa que no se pueda crear juego y remates a partir de estos balones largos. Sin ir más lejos, el gol de Neymar fue un cabezazo tras centro desde la banda de Dani Alves.

(Tomado de WhoScored.com. Haz click para agrandar). 
Durante una década dirigiendo en el Paraguay, Gerardo Martino estuvo acostumbrado a jugar con ‘nueves roble’ proclives a machacar las defensas rivales con su sacrificio presionando y su disposición a jugar de un toque y aguantar de espaldas al arco: Hernán Rodrigo López, Roque Santa Cruz, ‘Tacuara’ Cardozo y – el máximo exponente por su inteligencia de esta clase de delantero guaraní- Salvador Cabañas. Un ‘9 roble’ es útil para equipos sin mucha capacidad para elaborar porque brinda una referencia de ataque a la cual tirar balones largos y centros. No obstante, un ‘9 roble’ es igualmente útil para equipos con la máxima capacidad de elaboración que, sin embargo, son neutralizados numéricamente por el enemigo en medio campo.

Y eso es lo que Atleti de Simeone hace usualmente contra el Barcelona, obstaculizar numéricamente a través del formidable trabajo de Diego Costa botándose. Así, los colchoneros quedan con cuatro mediocampistas libres para moverse en bloque y neutralizar a la medular blaugrana por intervalos cada vez más largos. Durante el primer tiempo, por tanto, fue natural observar a Mascherano y Piqué saltar la línea para buscar a Pedro y Alexis.

Fichar un ‘9 roble’ le vendría bien al Barcelona porque daría una alternativa cuando el rival bloquea la mitad del campo. Podría hacer lo que Messi, Pedro, Cesc, y Alexis no pueden realizar de espaldas a la meta teniendo a un central o a un lateral corpulento soplándoles la nuca: recibir, soportar un par de segundos vitales y descargar. Lo que es más, la simple presencia de esta clase de delantero fija a los centrales y crea espacio para los que vienen de atrás, como Axel Torrel comentó cuando David Villa alineó de titular frente al Milán hace algunos meses en la formidable remontada del Barcelona por octavos de Champions League.

Al Barça desde luego no puede llegar cualquier tipo de roble. Debería ser un roble que –además de dominar el juego aéreo para recibir la pelota larga- sepa descargar eficazmente manteniendo la posesión. Vicente Del Bosque, en el choque de semifinales contra Italia por Confederaciones, sorprendió ingresando a Javi Martínez como centrodelantero en los tiempos extra. El objetivo era ese: lograr elaborar a través del balón largo cuando las circunstancias no permiten desplegar el tiki-taka.

La plantilla del Barcelona no está completa: falta un delantero puro. Muchos piensan que lo que falta es un central. Sí, si es para alinearlo al lado de Mascherano y poner a jugar a Piqué como atacante bienvenido sea. De otra forma también valdría fichar un ‘9 roble’. 

martes, 23 de julio de 2013

Martino: Desde Asunción hasta Barcelona por el camino práctico.

  La prensa en España ha leído la designación de Gerardo Martino como técnico del Barcelona en clave Messi y clave Bielsa. Así, el Tata aparece como “recomendado” o “heredero” de alguno de sus dos coterráneos rosarinos y correligionarios leprosos. Se le quiere ver como alguien que conoce las necesidades de Messi, o como alguien que exuda el método Bielsa, y por tanto continuará (de alguna forma) esa tradición futbolística iniciada por Cruyff y proyectada por Guardiola.

Yo propongo, en cambio, leer a Martino en la única clave posible para...

miércoles, 24 de abril de 2013

Debacle en Alemania ¿hay una causa sistémica?



El Barcelona y el Real Madrid, clubes que entre sí aportan a 10 de los 11 titulares de la multicampeona selección española, fueron absolutamente rebasados por las circunstancias en el Allianz Arena y en el Signal Iduna Park. La Champions es un torneo competidísimo y es natural caer por diferencias ínfimas en fases de eliminación directa. No obstante la superioridad de Bayern y Dortmund se reflejó merecidamente en marcadores de escándalo que a priori muy pocos imaginaban.

¿Es que Heynckes y Klopp le ganaron la partida a Vilanova y a Mourinho? ¿Es que Dortmund y Bayern tienen mejores plantillas que Madrid y Barça  ¿Es que los onces titulares de los alemanes llegaban más frescos que los de los españoles?

La respuesta para esas tres preguntas es no. Hombre por hombre Borussia Dortmund y Bayern Múnich no son mejores que Barcelona y Real Madrid. Tácticamente Klopp y Heynckes están a la altura de Mourinho y de Vilanova. Y por supuesto las plantillas de los 4 clubes han sufrido por igual las penurias de una temporada larga e intensa en Europa.

Entonces ¿Cómo explicar la debacle del Barça y del Madrid en Alemania?

La causa es sistémica. Blancos y blaugranas no pudieron contener las ráfagas de juego de sus adversarios teutones. El Barcelona ni siquiera logró disparar al arco por jugada en 90 minutos y el Real Madrid ni con tres mediocampistas bajando a recoger el balón logró salir del agobio del BVB. Jugadores como Ribery, Schmelzer,  y Subotic –buenos, pero teóricamente debajo de los Iniesta, los Ramos y los Piqué- parecían Pelé, Carlos Alberto y Garrincha.

La causa es sistémica: semejante diferencia en el juego y en el marcador sólo puede atribuirse a que en la Bundesliga se juega con una tensión competitiva mayor a la de la Liga.

El Barcelona y Real Madrid chocaron en Alemania con la realidad. Esa realidad que dice que se han vuelto peces gigantescos nadando en un estanque demasiado chico. Mientras la Bundesliga ha visto un desfile de 5 clubes coronarse en la última década (Werder Bremen, Sttutgart, Wolfsburgo, Borussia Dortmund y Bayern Múnich), el título de La Liga española se alterna únicamente entre las vitrinas del Bernabéu y el Camp Nou. Mientras el Real Madrid y el Barcelona deben vérselas con clubes en bancarrota técnica o cuyas dirigencias adeudan meses de salario a sus jugadores, caso Zaragoza o Málaga, Bayern y Dortmund hacen lo propio frente a clubes humildes pero sanos ante estadios pletóricos como el del Colonia o el del Friburgo.

Estadios pletóricos. ¿Alguien ha visto lo que es el Coliseum Alfonso Pérez del Getafe, el Sánchez Pizjuán de Sevilla, el Mestalla de Valencia, o el Cornellá El-Prat del Espanyol en un fin de semana de Liga común y corriente? Recintos a medio llenar, butacas vacías, sensación de la nada. Así, incluso no es descabellado pensar que en Dortmund los jugadores del Real Madrid sintieron por vez primera en su vida el rigor de ser visitante frente al júbilo de los 80 mil hinchas borussers que año con año rompen todos los récords mundiales de asistencia.

Desde luego la Bundesliga está lejos de ser perfecta y para ello basta ver el escaso desarrollo de plazas tan tradicionales como Berlín y Leipzig por dar un par de ejemplos. Sin embargo, jornada tras jornada (y hasta antes de la nueva hegemonía del Bayern) se palpaba que cualquiera podía dejarse puntos en Schalke o Hannover. Durante los últimos años, en cambio, una visita del Barcelona o del Madrid a Pamplona contra Osasuna o a Mallorca vienen siendo 3 puntos seguros para la causa de los grandes.

El 4-0 y el 4-1 son señales inequívocas de que las consecuencias de una liga tan desigual como la de España han alcanzado a Barça y Madrid. Ambos clubes aún pueden hacerse de lo mejor del orbe en fichajes gracias a su increíble capacidad para recaudar dinero como los fenómenos globales de mercado que son.

Pero ¿cuál es el objeto de fichar a Neymar y a Gareth Bale para robar la Liga a media máquina si llegadas las instancias de vida o muerte en Champions Barça y Madrid vuelven de Alemania con cuatro goles en el costal cada uno?

La debacle en Alemania tiene causa sistémica. Debe reconocerse que de ahora en adelante en el desarrollo y la buena salud de clubes como el Zaragoza, el Celta o incluso el Xerez, está el interés del Barcelona y el Real Madrid. La Liga del duopolio blanco y blaugrana debe acabarse ya; de lo contrario se nos viene un monopolio alemán.

lunes, 22 de abril de 2013

El drama de Heynckes sin Kroos frente al Barça.


Hasta antes de su desgarre muscular ante la Juve por la ida de cuartos en Champions, Toni Kroos revolucionaba la forma de hacer fútbol en Europa esta temporada.

La “revolución Kroos” es tan única que uno bien puede decir que Ronaldo y Messi pertenecen a una categoría completamente distinta a la del ofensivo alemán. No hay comparación: mientras el portugués y el argentino son capaces de quitarse de encima 2 ó 3 adversarios para colocar la pelota en la escuadra del arco rival; Kroos olfatea los espacios, percibe los movimientos y ejecuta las asistencias. Se trata de un futbolista irrepetible que sabe leer los partidos tácticamente y controlar el flujo del juego muniqués con o sin balón, sea para atacar o para defender. Un jugador en cuatro dimensiones. Un clásico.

Sirva el partido de ida de octavos de final de esta Liga de Campeones en Londres frente al Arsenal para ilustrar el cómo juega Toni Kroos. Salió casi en la misma línea que Mario Mandzukic para echarse tras los defensas gunners, presionarlos y provocar su error en la salida. Así cayó el primer gol bávaro que Kroos mismo firmó a pase de Philipp Lahm. Con una cómoda ventaja –y siendo consciente de que la velocidad de Theo Walcott amenazaba la zona del belga Van Buyten- decidió alinearse junto a Schweinsteiger y Javi Martínez para disminuir el ritmo del encuentro y asfixiar los espacios de los de Wenger. Eso describe a Kroos: un jugador pensante que también conoce las debilidades del Bayern Múnich en defensa y por tanto evita que el esférico circule libre por ahí.

Kroos juega como si Jupp Heynckes estuviera dentro de su cabeza. Y es precisamente Heynckes quien más debió lamentar la lesión que apartará a su mariscal de la llave de semifinales por la que el mundo entero se frota las manos. Sin Kroos sobre el césped, el Bayern sufrirá un retroceso táctico frente al Barça, a priori favorito pese a su patente vulnerabilidad defensiva. Se trata de un retroceso táctico a todas luces, pues jugar con Ribery o Robben implica ganar en desborde pero perder capacidad para ganarle el balón a los blaugranas en su propia mitad de campo.

A pesar de que ahora existe una tendencia generalizada en la prensa hispanoparlante para dar como ligero favorito al Bayern, el periodismo alemán mantiene la calma y le da el favoritismo al cuadro catalán. La afición muniquesa también lamenta las ausencias de Jérome Boateng y de Holger Badstuber en el centro de la zaga mientras aún tiene vivo el amargo recuerdo de un veloz Diego Milito triturando a un lento Daniel Van Buyten en la final que el Bayern perdió frente al Inter en 2010. El tornado Kroos inclusive logró hacer olvidar que el Múnich jugará sin sus centrales titulares frente al mismísimo Lio Messi.

Aunque declare lo contrario, en el imaginario de Jupp Heynckes rondará todo lo que pudo hacer y deshacer en la defensa blaugrana de haber contado con Toni Kroos. El juego, no obstante, está abierto y aunque suene a lugar común cualquier cosa puede ocurrir.

Sin embargo, y en honor a la verdad, la ausencia de Kroos no sólo es el drama de Heynckes: es el drama de todos los aficionados neutrales que esperaban ver puesto en práctica el más nuevo y revolucionario antídoto contra el Barcelona.