Hasta antes de su
desgarre muscular ante la Juve por la ida de cuartos en Champions, Toni Kroos revolucionaba la forma de hacer fútbol en Europa esta temporada.
La “revolución Kroos”
es tan única que uno bien puede decir que Ronaldo y Messi pertenecen a una
categoría completamente distinta a la del ofensivo alemán. No hay comparación:
mientras el portugués y el argentino son capaces de quitarse de encima 2 ó 3 adversarios
para colocar la pelota en la escuadra del arco rival; Kroos olfatea los
espacios, percibe los movimientos y ejecuta las asistencias. Se trata de un
futbolista irrepetible que sabe leer los partidos tácticamente y controlar el
flujo del juego muniqués con o sin balón, sea para atacar o para defender. Un
jugador en cuatro dimensiones. Un clásico.
Sirva el partido de
ida de octavos de final de esta Liga de Campeones en Londres frente al Arsenal
para ilustrar el cómo juega Toni Kroos. Salió casi en la misma línea que Mario
Mandzukic para echarse tras los defensas gunners, presionarlos y provocar su
error en la salida. Así cayó el primer gol bávaro que Kroos mismo firmó a pase
de Philipp Lahm. Con una cómoda ventaja –y siendo consciente de que la
velocidad de Theo Walcott amenazaba la zona del belga Van Buyten- decidió alinearse
junto a Schweinsteiger y Javi Martínez para disminuir el ritmo del
encuentro y asfixiar los espacios de los de Wenger. Eso describe a Kroos: un
jugador pensante que también conoce las debilidades del Bayern Múnich en
defensa y por tanto evita que el esférico circule libre por ahí.
Kroos juega como si
Jupp Heynckes estuviera dentro de su cabeza. Y es precisamente Heynckes quien
más debió lamentar la lesión que apartará a su mariscal de la llave de
semifinales por la que el mundo entero se frota las manos. Sin Kroos sobre el césped,
el Bayern sufrirá un retroceso táctico frente al Barça, a priori favorito pese
a su patente vulnerabilidad defensiva. Se trata de un retroceso táctico a todas
luces, pues jugar con Ribery o Robben implica ganar en desborde pero perder
capacidad para ganarle el balón a los blaugranas en su propia mitad de campo.
A pesar de que ahora
existe una tendencia generalizada en la prensa hispanoparlante para dar
como ligero favorito al Bayern, el periodismo alemán mantiene la calma y le da
el favoritismo al cuadro catalán. La afición muniquesa también lamenta las
ausencias de Jérome Boateng y de Holger Badstuber en el centro de la zaga
mientras aún tiene vivo el amargo recuerdo de un veloz Diego Milito triturando
a un lento Daniel Van Buyten en la final que el Bayern perdió frente al Inter
en 2010. El tornado Kroos inclusive logró hacer olvidar que el Múnich jugará sin
sus centrales titulares frente al mismísimo Lio Messi.
Aunque declare lo contrario, en el imaginario
de Jupp Heynckes rondará todo lo que pudo hacer y deshacer en la defensa
blaugrana de haber contado con Toni Kroos. El juego, no obstante, está abierto
y aunque suene a lugar común cualquier cosa puede ocurrir.
Sin embargo, y en
honor a la verdad, la ausencia de Kroos no sólo es el drama de Heynckes: es el
drama de todos los aficionados neutrales que esperaban ver puesto en práctica
el más nuevo y revolucionario antídoto contra el Barcelona.
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