Sólo los postes salvaron a Italia del derrumbe ante los japoneses. Aunque la Azzurra haya recibido 3 goles en un solo partido, su máxima preocupación debe ser la forma en que los de Zaccheroni gestaron esas formidables jugadas que acabaron con la pelota golpeando la madera 3 ó 4 veces. Italia no recibía semejante baño desde la final de la Euro ‘12 cuando España sí vacunó y el partido acabó 4-0.
Increíblemente, Japón disparó más de 13 veces dentro del área de Buffon, (65% del total de remates nipones al arco para ser exactos). Kagawa, Honda y Okazaki se dieron un festín llegando por sorpresa desde atrás, como la siguiente gráfica lo ilustra:
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Admiro a Cesare Prandelli por su voluntad de transformar el juego italiano tomando riesgos. No obstante, su planteamiento quedó absolutamente exhibido e inutilizado por un Japón que prácticamente imitó lo hecho por España un año atrás. Si los españoles cercaron a Pirlo bloqueando todas sus vías de salida, los japoneses fueron más allá y encerraron al virtuoso de la Juventus en su propio campo obligándolo a realizar simples pases laterales y a intentar fallidas asistencias diagonales.
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La pregunta es ¿cómo hizo Japón para reducir a Andrea Pirlo a su mínima expresión? Si España bloqueó sus vías de salida, los del Sol Naciente bloquearon sus vías de entrada. Es decir, Japón impidió que los centrales italianos pudieran buscarlo y encontrarlo en posiciones de ventaja. Para eso, el 9 japonés Maeda cumplió las mismas funciones que Cesc Fábregas en 2012: obstruyó a Barzagli y a Chiellini, los molestó, corrió detrás de ellos para ocuparlos y jalar marca. Fungió como lo que es, un delantero clásico, para que Honda, Kagawa y Okazaki entraran una y otra vez a encontrar los postes y el larguero de la valla de Buffon.
Al bloquear a los centrales, Japón impidió a Pirlo adueñarse del balón. Por sencillo que parezca, México, por ejemplo, ignoró esta alternativa al usar a Javier Hernández para corretear al 21 italiano una vez que éste ya podía decidir a dónde mandar el esférico. Así, el esfuerzo de Hernández fue desperdiciado en corridas infructuosas lejos del área mientras el esfuerzo de Maeda permitió a Japón sorprender dentro de la misma. Como consecuencia, Barzagli y Chiellini se pasaron el balón 14 veces el uno al otro y únicamente en 9 ocasiones lograron encontrar a un Pirlo demasiado retrasado e inofensivo.
Gracias a las cosas del fútbol, Italia emergió victoriosa de este extraño y extraordinario choque ante los nipones. Sin embargo la poesía de Prandelli no alcanza a salir tan bien librada. La Nazionale fue superada, le quitaron el balón, la encerraron en su campo y la atacaron en cascada. Césare Prandelli recibió ante Japón la misma amarga medicina que hace un año frente a España en dosis más pequeñas. En Recife observó cómo deshicieron a Italia.
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