jueves, 15 de agosto de 2013

Argentina: también hay vida sin Messi.


  A través de un juego práctico que aprovechó la dinamita pura de Higuaín y compañía, la Albiceleste doblegó 2-1 a una Italia experimental demostrando que sin Messi también hay vida.

En el Olímpico de Roma, Cesare Prandelli apostó por ir un paso más allá en su intento de hacer de la Azzurra una escuadra de toque y posesión colocando a De Rossi como central al lado de Giorgio Chiellini para dirigir desde la profundidad el juego italiano. De la misma forma, Prandelli optó por un medio campo de técnica con Marco Verratti en substitución de Andrea Pirlo escoltado por Montolivo y Marchisio a ambos flancos.

Alejandro Sabella, técnico argentino, se demostró estudioso del rival y –ante la ausencia de Lio Messi- posicionó a Rodrigo Palacio como un delantero más enfocado en luchar y presionar que en disparar y buscar posición de remate. El rol del futbolista del Inter de Milán, fuera de toda duda y pese a la oportunidad increíble que desperdició, fue la clave del partido como explicaré en breve. Así formaron ambas selecciones:

(Haz click para agrandar)

Lo primero en sobresalir por el bando sudamericano es la alineación de dos defensas centrales (Chema Basanta y Hugo Campagnaro) como laterales en la línea de cuatro. Esta disposición desde luego le dio muchísima solidez defensiva a la Argentina a expensas de la casi nula proyección ofensiva de ambos jugadores (un centro fallido por cada uno durante los 90 minutos).

Como consecuencia del poco juego por los costados, la Albiceleste terminó produciendo sus ataques principalmente desde el centro del campo (43% del total en naranja de la gráfica de abajo). Esto es francamente sobresaliente porque la teoría táctica dice que se debe crear espacios para atacar abriendo el campo hacia las bandas; sin ir más lejos, así jugó Italia (en color azul) concentrando sus ataques sobre el ancho del verde. Argentina atacó por el centro -y aunque realizó menos disparos y menos pases que Italia- resultó más que suficiente para futbolistas de clase mundial como Pipita Higuaín y Fideo Di María.

(Tomado de WhoScored.com)
Pero ¿cómo es que Argentina logró llegar desde el centro azzurro para atacar? La clave fue Rodrigo Palacio. El ex ídolo xeneixe realizó una labor de sacrificio impresionante. Prácticamente no buscó rematar él mismo en los 89 minutos que estuvo sobre el terreno, pero fungió como una especie de Mascherano delantero por todo el campo ayudando a la contención y haciendo la vida imposible a Verratti y a De Rossi. El primer gol argentino, que parte de una equivocación del de la Roma en la salida, es ocasionado por la presencia de Palacio. Erick Lamela intercepta el balón errado del romanista y asiste para Pipita.

Tras varios cambios en la dirección técnica, es preciso recordar que la Selección Argentina sigue siendo una escuadra en formación cuyo debate gira en torno a la mejor posición de Lionel Messi en su calidad de Balón de Oro indiscutido.

Sin embargo, ante un representativo con más rodaje como el italiano, la Argentina, sabedora de poseer una baraja de delanteros acaso inigualable en estos momentos, demostró que también hay vida sin la Pulga.

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