jueves, 8 de agosto de 2013

El Real Madrid de Gareth Bale.

 
    Cito completos los dos primeros párrafos de uno de los textos más recientes del gran periodista inglés Jonathan Wilson en The Guardian, dialogando con Arrigo Sacchi sobre el fenómeno Real Madrid. Lo hago así porque realmente no tienen desperdicio en medio del frenesí que rodea el tema Gareth Bale:
En retrospectiva, designar a Arrigo Sacchi como director deportivo del Real Madrid en el 2004 jamás iba a ser un éxito rotundo. Él fue el apóstol máximo del juego en equipo, colocando su estructura de presión sobre todo lo demás, pidiendo a sus jugadores que se sacrificaran a sí mismos en pos del sistema. La escuadra de los Galácticos era un monumento al individualismo y a la celebridad, mientras que la política de “Zidanes y Pavones” era la definición de todo a lo que Sacchi se oponía en el fútbol.
“Se trataba de manejar las características de los individuos,” decía Sacchi. “Y ése es el porqué de ver la proliferación de los especialistas. Lo individual triunfaba sobre lo colectivo. Pero eso es un signo de debilidad. Es reactivo, no proactivo. Así éramos en el Real Madrid. No había proyecto. Se trataba de explotar cualidades. Así que, por ejemplo, sabíamos que Zidane, Raúl y Figo no bajaban a recuperar; por lo que debíamos poner a un tipo en frente de la línea de cuatro para defender. Pero eso es fútbol reaccionario. No multiplica las cualidades de los futbolistas exponencialmente. De eso se trata la táctica: de alcanzar este efecto multiplicador en las habilidades del futbolista.”
Si Bale finalmente aterriza en el Paseo de la Castellana ¿será un eslabón más en el joven sistema de Ancelotti o será una estrella más en la constelación de Florentino Pérez? ¿Aporte colectivo o aporte individual? Todo indica que el fichaje del galés conformaría el más reciente adorno en el monumento al individualismo y a la celebridad que es el Madrid de Florentino.

Bale ciertamente es un pedazo de jugador que alcanzó su clímax físico en 2010 y posteriormente evolucionó en un atacante más cerebral que mide los tiempos y tritura con su pegada. Sin embargo, el lado obscuro de su contratación sería el triunfo de la mentalidad cortoplacista del “no rindes-no sirves-no tienes lugar” que rodea a los Pavones en la escuadra de los Zidanes. Los Higuaín, los Robben, los Sneijder, los Callejón, los Negredo y los Juan Mata del Madrid.

El caso que mejor lo ilustra es el de Álvaro Arbeloa, o mejor dicho, el del flanco derecho merengue. Ya que Marcelo por la izquierda logró embolsarse al periodismo madridista como en su día lo hizo Roberto Carlos, la diestra del Madrid es una especie de hoyo negro cuya única necesidad es el de ser tapado. Así, por esa lateral derecha desfiló Pepe, Sergio Ramos, Michael Essien, el propio Arbeloa y ahora será Daniel Carvajal. El problema desde luego no es Arbeloa, el problema es conceptual: ver la derecha como hoyo negro y no como plataforma de lanzamiento. Culpar a Arbeloa, como ayer se culpó a Michel Salgado o a Raúl Bravo y mañana se culpará a Carvajal, es individualizar un rezago de índole colectiva.

Así es el Madrid de Florentino que tal vez sea el Madrid de Gareth Bale. De los individuos es el éxito y de los individuos es el fracaso. Ese monumento al individualismo y a la celebridad que igual devora Zidanes que Pavones.

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