lunes, 8 de julio de 2013

Klinsmann: aprovechar a Bradley y resucitar a Donovan.


El 18 de junio de 2010 en el Ellis Park de Johannesburgo los chicos de Bob Bradley se marchaban al vestuario en el entretiempo dos goles abajo frente a la sólida Eslovenia. El resultado parcial hubiera parecido una losa irremontable en un Mundial para cualquier otro equipo que no hubiera sido aquel Estados Unidos. No lo fue. De la mano de Landon Donovan y Michael Bradley los yankees emparejaron el marcador y debieron haber dado la vuelta de no haber sido por un gol injustamente anulado en el crepúsculo del encuentro.

La forma en que Donovan y Bradley junior transformaron su liderazgo en goles durante aquel partido fue sobresaliente. En su gol, Landon le rompió el arco a un Handanovic demasiado temeroso ante el delantero del Galaxy. Bradley firmó el 2-2 con una metralla a botepronto a pase de Altidore llegando por sorpresa.

Aunque ese Estados Unidos de Sudáfrica no marcó historia alcanzando los cuartos de final como sí hizo la escuadra de Bruce Arena en Corea/Japón 2002, a mí no me queda la menor duda que esa versión del ciclo 2010 fue futbolísticamente la mejor. No daban un encuentro por perdido. Creían en sus posibilidades hasta el final y eran muy inteligentes estratégicamente. Y, con perdón de Clint Dempsey, tenían en Donovan y en Bradley a sus grandes símbolos.

Por condiciones, Bradley sí o sí debía llegar a un grande de Europa. Tardó, pero tras un paso que incluyó al Heerenveen, al Borussia M’gladbach, al Aston Villa, y al Chievo Verona finalmente aterrizó en el AS Roma. Se trata de un inagotable mediocampista de-área-a-área con una tasa de efectividad en cuanto a pases prácticamente idéntica a la de Xavi Hernández. Alcanza 90% en lo que va del hexagonal, y en el Azteca frente a México se dio el lujo de equivocar un solo pase de los 58 que intentó.

Si Jürgen Klinsmann ha logrado capear la tormenta del inicio de su época y llevar a EU a aguas tranquilas en estas eliminatorias, mucho le debe al hijo de su antecesor. Bradley desahoga con maestría a una limitada defensa americana conectando con Dempsey o con el sorprendente Fabian Johnson por izquierda para construir las anotaciones que tienen a Estados Unidos en la cima de la tabla general. La forma en que Bradley se está echando el equipo a las espaldas para llegar a Brasil el próximo año es un auténtico escándalo.

Sin embargo Bradley no bastará si Klinsmann quiere demostrarle al mundo que es más que un motivador. No bastará si quiere labrarse un nombre como técnico y sepultar de una vez los rumores que dicen que Joachim Löw era el verdadero estratega de Alemania durante su tiempo al frente de la Mannschaft. Si Klinsmann la quiere romper necesita resucitar a Landon Donovan.

Donovan tiene la personalidad que le falta a Dempsey a la hora de la verdad. Con 21 años llevó a su selección a cuartos de final en el ya mencionado 2002 y también vivió el amargo fin de ciclo de Bruce Arena en 2006. Asimismo Landon se puso el overol en aquella histórica victoria frente a España en la Confederaciones 2009 y marcó el 2-0 con que Estados Unidos sorprendía al Brasil de Dunga en ese mismo torneo. Donovan es un ganador de raza que siempre va al tú por tú con quien sea.

Por cuestiones personales, Donovan pausó su carrera y Klinsmann aprendió a vivir sin él, en parte ayudado por la evolución de Bradley. Esta Copa Oro ’13, por intrascendente que parezca es la oportunidad dorada para que el mejor futbolista de la historia de Estados Unidos se reencuentre consigo mismo.

Para Klinsmann el año que resta para Brasil es sencillo: se trata de aprovechar a Bradley y resucitar a Donovan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario