Como la gráfica siguiente demuestra, el Benfica decidió lanzarse a por el partido realizando 98 pases dirigidos al último tercio del campo mientras el Chelsea únicamente intentó 48 asistencias a zona de peligro. Además, los lisboetas realizaron varios de esos pases desde terreno blue. Los londinenses, por contraparte, hicieron del pelotazo desde propio campo su sistema de ataque predilecto.
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Sin embargo el gol que puso en ventaja al Chelsea llegó a través del pelotazo. Cech encontró a Mata y éste a su vez asistió a Torres para aprovechar su gran estado de forma y vulnerar a la adelantada defensa del Benfica con una formidable jugada personal. La calidad individual de los de Stamford Bridge, y no la estrategia dispuesta desde el banquillo, desequilibraba la balanza y colocaba la Europa League más cerca de Londres que de Lisboa. Al final, una jugada de táctica fija de último minuto permitió a John Terry subir hasta el palco de directivos de la UEFA de la Amsterdam Arena para levantar el título.
¿El ganar la final de la Europa League a través de la especulación y de la calidad individual de sus jugadores hace de Rafa Benítez un técnico con un estilo de fútbol mediocre? Si como definición de mediocridad tomamos la ofrecida por el periodista italiano Vito De Palma en sentido tal que se trata de “desaprovechar la calidad de un plantel y plantear un partido por el resultado en lugar de hacerlo por el juego”, entonces Benítez sí plantea un fútbol mediocre.
El espectacular zapatazo al poste de Frank Lampard posiblemente haya sido la única pincelada de imaginación que tuvo el Chelsea en todo el partido. Es así: si un técnico cuenta con un prodigio como Lampard en medio campo, pero elige el pelotazo directo del portero hacia el delantero como sistema de ataque (saltar líneas, eufemísticamente) entonces ese técnico desperdicia el talento de su plantel. De ahí que Lampard, en el resumen del partido, únicamente apareció gracias a ese genial disparo de precisión.
Benítez lleva ya algún tiempo practicando este estilo de fútbol tan particular. En Liverpool aún recuerdan aquel infame juego ante el Stoke City en 2010 en que, ante las bajas de Torres y Gerrard, el entrenador español decidió jugar con uno de los onces iniciales más faltos de imaginación que pudo encontrar: Kuyt y N’gog arriba sí, pero habilitó a Fabio Aurelio y a Philip Degen como acompañantes de Lucas y Mascherano dejando en la banca a Alberto Aquilani y Maxi Rodríguez. Michael Cox comentó entonces:
“Éxito sin importar el estilo está bien, estilo sin éxito es aceptable. Pero no tener ni éxito ni estilo para un club con tanta tradición como Liverpool es imperdonable, así que este horroroso partido podría ser el último en que a Benítez se le permite escoger el cuadro inicial de los reds.”
Pese a todo Rafa Benítez con Chelsea cumplió a secas. Dirigió a la escuadra de Abrámovich en la consecución de la Europa League y del cupo para la Champions del próximo año, y probablemente la hinchada blue toda estará aceptablemente satisfecha.
Tras el baño de gloria pocos repararán en el estilo de Rafa Benítez, aunque, ciertamente, se trata de uno bastante mediocre.
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