martes, 30 de abril de 2013

En el nuevo Madrid Modric es innegociable.



Debía ser en un partido de vida o muerte en el que la necesidad de Modric como piedra angular del Real Madrid se le revelase a José Mourinho. La vuelta en el Bernabéu frente a un Dortmund arriba por tres goles presentó un escenario de riesgo máximo para el técnico portugués. Y en ese momento de todo o nada fue que la presencia de Luka Modric en el centro del campo se volvió innegociable.

El Madrid necesitaba acorralar a los alemanes en propio campo para soñar con la épica en Concha Espina. Como consecuencia, Mourinho, entrenador pragmático, echó por la borda el pivote de sus tres años en Madrid mandando a la banca a Sami Khedira para jugar con Xabi Alonso al lado de Luka Modric. “Mou se decanta por los jugones para buscar el milagro”, interpretaba la prensa madridista.

Así, en los primeros 15 minutos del encuentro los merengues crearon tres claras ocasiones de gol; de esas de las que carecieron en 90 minutos más el agregado en el Signal Iduna Park. Modric, en la primera de ellas que malogró Higuaín,  le robó la cartera a Schmelzer en terreno alemán para asistir a Özil y que éste a su vez dejara solo al Pipita frente a Weidenfeller. En la última de las oportunidades manifiestas en el inicio del partido –desperdiciada por Özil- Modric tira un pase vertical entre líneas desde medio campo para un Gonzalo Higuaín que baja a recibir para habilitar al creativo alemán. De la mano del croata, Higuaín y Özil desquiciaban a la línea defensiva del club de la cuenca del Ruhr.

El BVB después logró equilibrar el trámite del partido y parar al Madrid. Tras 11 minutos del segundo tiempo, no obstante, Mourinho finalmente decidió romper lanzas haciendo un cambio doble cuya principal modificación era sacar a Coentrao por Kaká: quedarse con línea de 3 atrás en pos de jugar con el cuchillo entre los dientes. Transcurridos diez minutos en que el Borussia Dortmund falló lo inimaginable frente a Diego López, retiró a Alonso por Khedira para dar pulmones frescos a las coberturas defensivas. Modric, sorpresivamente porque los cambiados eran los del pivote madridista durante toda la era Mourinho, permaneció innegociable.

El resultado fue formidable: el Real Madrid echó hacia atrás al Borussia los últimos 15 minutos del partido. Atacaron por el centro, por el flanco izquierdo y por el derecho, tirando centros, tirando recortes y tirando asistencias entre líneas. Fue entonces que Klopp tomó un riesgo y sacó a Lewandowski por Santana, un central, para aglomerar gente en el área amarilla y defender la diferencia con uñas y dientes.

Según la estadística, Modric completó una tasa de pases exitosos de casi el 70%. Aunque Khedira teóricamente bajaba a ayudar a la línea de tres del Madrid, el balcánico también echaba una mano en defensa y se recargaba junto a Essien para recibir y hacer la conexión con Ronaldo y Kaká. Luka Modric acabó como el resto de sus compañeros: con las medias abajo, extenuado, y abatido.

Mourinho dejó de lado la especulación con la que maneja los duelos a eliminación directa en Liga de Campeones. Ahora debía ir al ataque con el balón sí o sí. Por lo tanto los pases kilométricos de Alonso o los recorridos largos de Khedira, tan útiles cuando el Madrid de Mourinho contragolpea, se volvieron absolutamente prescindibles. La capacidad de presión y de asociación de Modric, en cambio, se tornó imprescindible.

Este Modric recordó al primer Modric que maravilló al mundo. El Modric de la Croacia de Slaven Bilic en la Euro de Austria y Suiza. Aquel mediocentro sorprendentemente bajo de estatura del Dinamo de Zagreb que haciendo pareja con Niko Kovac le endosó una amarga derrota de 2-1 a la primera Alemania de Joachim Low. 

Regresando a Madrid, resulta paradigmático que el último duelo de José Mourinho en la Casa Blanca por Champions haya arrojado la gran revelación hacia el post-mourinhismo: un nuevo proyecto de Real Madrid necesita a Luka Modric como piedra angular. Si el madridismo quiere dejar atrás años y años de especulación como estilo de juego, Modric es innegociable.

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