jueves, 26 de abril de 2018
La ventaja infinita del Madrid
"Hay infinitos más grandes que otros infinitos", se lee en aquel gran fenómeno literario, juvenil y comercial llamado Bajo la misma estrella del escritor estadounidense John Green. Al menos en la novela (pues la película no la vi), la frase es usada por Hazel Graze para referirse a su amor por Gus Waters.
Sin embargo, su verdadero autor fue el ficticio escritor holandés Peter Van Houten -idolatrado por ella hasta que lo conoció en persona- quien introduce la frase citando una de las paradojas sobre la relación tiempo/espacio planteada por el griego Zenón de Elea, discípulo de Parménides.
La imagen me llegó a la mente tras la enésima victoria del Madrid en Múnich en el duelo más repetido de la historia de la Champions:
"Imaginemos que haces una carrera contra una tortuga. La tortuga empieza a correr con diez metros de ventaja. En el tiempo que tardas en recorrer esos diez metros, la tortuga quizá ha avanzado uno. Y en el tiempo que tardas en recorrer esa distancia, la tortuga sigue avanzando, y así indefinidamente. Eres más rápida que la tortuga, pero nunca podrás alcanzarla. Solo podrás reducir la ventaja."
Si Van Houten se refería a Hazel, Zenón hablaba específicamente de Aquiles ("el de los pies ligeros", quien da muerte a Héctor en La Ilíada) intentado sin éxito modificar lo inmodificable: la ventaja original del adversario, la tortuga, que lo determina todo. ¿Hay duda pues, que el Madrid jugaba aventajado respecto al todopoderoso patriarca de la Bundesliga incluso antes del silbatazo inicial?
El origen de esa ventaja quizá sea imprecisable, pero sí inferible a través de imágenes reales: la de Marcelo dominando las leyes de la física para impactar ese cuerpo esférico e imprimirle una trayectoria y velocidad fuera del alcance de Sven Ulreich; la de Rafinha siendo dominado él por las leyes de la física al momento de perder el cuerpo esférico y ponerlo a merced de Lucas Vázquez y de Asensio.
Ahora bien, la paradoja detrás de la imposibilidad infinita de Aquiles para dar alcance a la tortuga se fundamenta en que el tiempo y el espacio son determinados por la tortuga. Si el tiempo y el espacio fueran determinados objetivamente -es decir, en una carrera de 100 metros planos o en una prueba a contrarreloj- Aquiles no tendría problema en dejar atrás al lento reptil. Como tiempo y espacio son determinados subjetivamente, ambos dan la impresión del infinito.
Por eso Hazel retoma la frase para referirse a Gus, porque una noción absoluta -en este caso la del amor- permitió a ambos adueñarse del tiempo y del espacio a pesar de la enfermedad -en este caso, el cáncer.
En el caso que nos ocupa (la de una hegemonía casi indiscutible del Real Madrid sobre adversarios que, por lo menos menos financieramente, están a la par), la idea absoluta es la de la ventaja. Mientras el Madrid la tenga de su lado, partidos irán y vendrán y la historia habrá de repetirse. En un fútbol donde el tiempo y el espacio son determinados por la marcha blanca, el único adversario capaz de vencer al Madrid es el propio Madrid.
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