El 4-3-3 estuvo detrás de dos de los partidos más importantes
en la era de Juan Carlos Osorio con México: la derrota 7-1 contra Chile
en la Copa América Centenario y el empate 2-2 contra Portugal en la fase grupal
de la Confederaciones 2017.
En ambos encuentros, el rival también formó en 4-3-3. Si
bien contra los chilenos Osorio no dio declaraciones sobre su sistema,
contra los portugueses enfatizó:
Jugar contra el actual campeón de Europa; plantearle un partido mano a mano con un 4-3-3 contra un 4-3-3, que al final ellos hayan tenido que modificar. Dice mucho del planteamiento de juego y la ejecución el controlar a un equipo que comenzó con tres extremos de alto nivel (Quaresma, Nani y Cristiano Ronaldo).
Sabiendo que Brasil también jugaría al 4-3-3, Osorio decidió repetir la estrategia usada ante Portugal, la cual, tácticamente
hablando, significó una lección aprendida de la derrota ante Chile.
Mientras
que en el 7-1 El Tri fue castigado
por Edson Puch y Alexis Sánchez corriendo a espaldas de Paul Aguilar y Miguel
Layún, en el 2-2 los laterales mexicanos permanecieron "amarrados" a la zaga a fin de optar por la individual de Carlos Vela, quien asistió a Chicharito en uno de los
goles de aquel juego.
Por tanto, el duelo del 4-3-3 mexicano contra el 4-3-3 brasileño en Samara debía caracterizarse por duelos individuales entre extremos y laterales. Al minuto 21 el mismo Vela controló un trazo largo de Hugo
Ayala para quedarse solo contra Fágner y servir un remate de Héctor Herrera.
Tres minutos después, Neymar se sacudió a Edson Álvarez y sacó un disparo potente.
Es decir, aunque los laterales mexicanos permanecieron bien posicionados (a diferencia del duelo ante Chile), también estuvieron expuestos a Neymar y a Willian (quienes desde
luego tienen más calidad que Nani y que Ricardo Quaresma).
Ahí se aprecia que Brasil físicamente está mejor que México porque Willian y Fágner le están haciendo el "dos contra uno" a Jesús Gallardo. pic.twitter.com/ZhVW5IaJk5— César Martínez (@Cesarkickoff) 2 de julio de 2018
Así, los combates individuales en los vértices del campo tarde o temprano resultarían insostenibles para
la selección mexicana. A partir de ahí, era importante aplicar uno de los puntos
tocados por Osorio luego del empate contra Portugal: controlar al adversario mediante el juego del trío de mediocampistas.
Sin embargo, la zona de círculo central fue modificada hasta
en tres ocasiones durante los 90 minutos: se inició con Guardado, Herrera y
Rafa Márquez en la posición que ocupó Casemiro del otro lado; se pasó luego a
utilizar a Álvarez ahí y se terminó con Jonathan Dos Santos.
Cuando se agotaron las piernas de Vela y de Hirving Lozano, no hubo pues respuesta para lograr frenar las piernas de
Willian y de Neymar. Paradójicamente, en el 0-0 de México contra Brasil en el
2014, el trío de mediocampistas aztecas controló mucho mejor al ataque
brasileño en el Castelao de Fortaleza.
En conclusión, era previsible que, pasados los primeros 45
minutos, se impondrían el talento y el fuelle del "Pentacampeón", para lo
cual era necesario juego de contención en los segundos 45 minutos.
Tácticamente
hablando, Osorio jamás pudo encontrar un hombre ideal para la posición de
cinco, (la de Casemiro), y así es que la eliminación mexicana se explica tanto
por las figuras de ataque brasileñas como por la importancia de un jugador como
el cinco del Real Madrid. Cuando el rival es superior tanto en lo físico como en lo técnico, quizás es mejor variar lo táctico.
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