Pasado el polémico y controversial cierre de la Liga Mx, el
mundo del fútbol nacional e internacional paulatinamente entrará en esta ya
tradicional etapa de receso invernal que le sienta bien al jugador pero mal al
aficionado. Ligas como la de la España, la Serie A, la Champions y la
Bundesliga paran y en la tele y otros medios no habrá sino resúmenes anuales y
rumores de fútbol de estufa. Pero ¡oh! ¡sorpresa! ¡nos queda la Premier League
que sigue sin parar!
Por ello vale la pena hacer un recuento de las cinco grandes
diferencias entre ir al estadio en México e ir al estadio por aquellos lares.
Van del cinco al uno, buenas y malas, pero diferencias al fin y al cabo.
5) La chela. Allá
sencillamente no encontrarás cubetero. Los episodios más trágicos del hooliganismo de los ochentas provocaron
una serie de prohibiciones que siguen vigentes y así es que el alcohol
desapareció de las gradas inglesas. En algunos estadios como el nuevo Wembley
se puede comprar cerveza, pero se debe abandonar la tribuna e ingresar al túnel
para comprarla y beberla ahí. Allá, a diferencia de acá, la chela en la grada
es cosa del pasado.
4) La afición fiel
hasta el final. En Europa se sabe que el británico es un aficionado leal en
las buenas y en las malas. Si en España la gente suele dividir su amor al
fútbol entre Real Madrid y Barcelona, en Inglaterra el oriundo de tal o cual
ciudad o pueblo apoya al club de tal o cual ciudad o pueblo. Es decir, allá el
que es de Blackpool le va al Blackpool (aunque esté en segunda) y no al United
o al Chelsea. Y además, la cancha del Blackpool suele registrar entradas
aceptables; algo que en el Omnilife se antoja (bastante) difícil de ocurrir.
3) Precios
exorbitantes. Éstos desde luego varían. Pero acudir a un estadio de Premier
League ahuyenta a esas carteras que tan solo abrirse liberan polillas blancas
de su cruel cautiverio. De vuelta a los ochentas, se decidió que para combatir
el hooliganismo en los estadios había
que mejorar la infraestructura y elevar el costo del boleto para discriminar a
favor de clases medias-altas y altas. Allá esto causa muchísima controversia porque
no es raro ver en cualquier toma de las gradas del Stamford Bridge un sinnúmero
de turistas y de gente linda, pero
escasos ingleses de verdad. Aquí,
para bien y para mal, las gradas siguen llenas de mexicanos de verdad.
2) Magnates
extranjeros. La irrupción en la Premier de gente como Roman Abramovich, la
familia Glazer (dueña del Manchester United y de los Bucaneros de Tampa Bay de
la NFL) o la familia real de Abu Dhabi (dueña del Manchester City y de las
aerolíneas Etihad que dan nombre al estadio), ha impactado el fútbol en los
estadios de allá. ¿Por qué esperar por el desarrollo del nuevo talento inglés estilo
Alan Shearer (goleador del histórico Blackburn Rovers campeón de la Premier en
el 96) cuando puedes comprar por mil millones a Diego Costa mañana?
1) El Tri de mi
corazón. Relacionado al punto anterior, en México los dueños del balón son
ciento por ciento nacionales. Si para los magnates extranjeros de la Premier el
negocio está en todo aquello que su club pueda lograr (alzar la Champions, meterse
a Europa League, asegurar estadios llenos, realizar giras veraniegas en Asia y
en Estados Unidos), para los dueños mexicanos el negocio no está tanto en lo
que su club logre sino en lo repartido ($$$) por concepto Selección Mexicana. En Inglaterra
en realidad los dueños suelen organizar bien a su clubes, pero les importa un
bledo la selección y aquí en México prácticamente ocurre al revés: los dueños
(des)organizan a sus clubes porque lo importante es la selección.
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