domingo, 14 de enero de 2018

México contra Colombia


En México sabemos que Colombia ganó esa Copa América del 2001 porque era su Copa América. La Argentina de Bielsa la boicoteó alegando los temas del narco y la inseguridad mientras el Brasil de Felipao estaba más presionado por calificar al Mundial del año siguiente. Anfitriones pues, los colombianos sí o sí tenían que ganarla.

Ellos la necesitaban más. El discurso de la prensa mexicana cuando Freddy Grisales festejaba en los tiros de esquina sus goles poniéndose sobre la testa el casco blanco de algún soldado de aquellos que custodiaban los campos (y haciendo el saludo militar) era que Colombia necesitaba la Copa para olvidarse de su violencia. Una violencia vista después también en México y que tan populares ha vuelto las series de narcos de este par de países alrededor del mundo.

Realmente no era aquella una gran Selección Colombia. Las figuras (si las tenían) eran, por un lado, el Óscar Córdoba del Boca Juniors ganador de esa Libertadores hasta la fecha llorada por el Cruz Azul; y, por el otro, el Iván Ramiro que se forjó un nombre en el Inter de Milán. Víctor Hugo Aristizábal era el nueve, pero jamás fue un gran goleador.

Lo dicho: no era una gran escuadra. Y el Tri de Javier Aguirre tenía lo suyo. Pero México no ganó su primera Copa América por esas cosas de la Conmebol, decíamos.

A partir de ahí los mexicanos a Colombia siempre la vimos futbolísticamente por debajo del hombro: era 2001 y se tardaron más de una década en regresar a los mundiales, mientras México hasta pasó de ronda en 2002, 2006 y 2010. Ellos mueren por venir a la Liga MX, decíamos. 

Charlar de fútbol con un colombiano durante esos años significaba compadecerlo, quizá hasta burlarse de él, (confieso que yo lo hice varias veces), por el hecho de no tener qué ver en verano cada cuatro años.

Llegó el Mundial Sub20 de 2011, que también era su mundial. Encima ya tenían a James. Y, aun con todo y James, una selección mexicana con los nombres de 'Chatón' Enríquez y 'Kikín' Rivera se encargó de eliminarlos de su mundial.

Pero repentinamente algo pasó con el fútbol de Colombia. ¿Qué fue? Quién sabe. Pero los buenos-buenos-buenos colombianos ya no mueren por venir a la Liga MX; ahora se van directo a clubes Champions. Nosotros sufrimos el drama de la suplencia de 'Chicharito' en el West Ham y ellos tienen a los suyos fijos de Allegri con la Juventus, fijos de Pochettino con el Tottenham, fijos de Heynckes con el Bayern y, quizás, hasta fijos de Valverde con el Barcelona si a Yerry Mina le va bien en Camp Nou.

A diferencia de los chilenos o los paraguayos, los buenos de Colombia resisten ya el canto de las sirenas de la liga mexicana. Prefieren Europa: comienzan a parecerse a los buenos de Uruguay, a los de Argentina o a los de Brasil.

¿Es esta la auténtica generación dorada del fútbol cafetero? ¿Su cosecha más fina? Vista desde el fútbol mexicano, la respuesta debería ser que no. Que no se trata de una generación dorada, porque sencillamente no paran de cosechar buenos jugadores. Dorada sería si James o Cuadrado no tuviesen reemplazo en el banquillo (y vaya si lo tienen en jugadores menos rutilantes como Cardona o Berrío).

Generación dorada es una. Y si después la dorada no gana algo siempre queda la nada.

Hay que reconocer que nosotros tenemos la liga, pero ellos tienen la selección. Ya no podemos verlos debajo del hombro y Rusia dirá cuán lejos llegarán con todas sus estrellas. Enhorabuena por ellos; y, a nosotros, el consuelo de esa Copa que sí debimos alzar.

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