miércoles, 23 de mayo de 2018

Sí extrañaré al Gabacho en el Mundial


Yo aprendí que todos los tiempos son uno una tarde de junio del 2010 viendo por televisión y cerveza en mano el Estados Unidos contra Eslovenia del mundial de Sudáfrica. Cerveza también debí haber tenido en la mano una madrugada de junio del 2002 viendo por televisión el Estados Unidos contra México de Corea y Japón.

No la tuve porque entonces no tenía edad para beber y aquella amargura hube de ingerirla en un trago de lágrimas y mocos que pensé que duraría para siempre.

Un disparo sordo con mira telescópica de aquel francotirador llamado Brian McBride y otro con el estruendo del revólver de aquel joven maverick llamado Landon Donovan me hicieron entender que la tragedia de México es hallarse tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos de América. La triste lección histórica de los libros de texto gratuitos de la SEP ahora venían a enseñármela en un mundial.

Jamás imaginé que aquel inconsolable niño chillón gritándole a la tele aquella madrugada se transformaría ocho años después en un chavo jubiloso con los goles de Donovan y compañía. Es la magia del fútbol cuando está escrita por un guionista hollywoodense: el giro inesperado, el final milagroso que sabemos de antemano y aún así no para de embelesarnos.

Los gringos perdían 2-0 al entretiempo contra la misma Eslovenia que eliminó a la Rusia de Hiddink, del enano Arshavin y del gigante Pavlyuchenko. Aquellos primeros 45 minutos me bastaron para recordar hasta hoy los apellidos de Handanovic (conocido por todos ya), de Virsa y de Novakovic. Dueño de una zurda educada, el pequeñín Virsa hizo el primero. Dueño de unos movimientos de ajedrecista eslavo, el flaco Novakovic sirvió el segundo.

"Qué bueno que ya se los están chingando," pensé antes de dar el dulce sorbo de la venganza.

Pero entonces algo pasó.

Quizá el Bradley papá les dio un discurso digno de Denzel Washington en Remember the Titans abrazándose unos con otros, o quizá el utilero les dio a beber del agua maravillosa que Michael Jordan dio a Bugs Bunny y al Pato Lucas en Space Jam, pero -a pesar de ser los mismos- eran otros. Estaban cambiados. Volvieron al césped armados con esa fe inquebrantable de quien sabe que esto no se acaba hasta que se acaba.

'Cause baby there ain't no mountain high enough 
Ain't no valley low enough 
Ain't no river wide enough 
To keep me from getting to you babe

Quién si no Donovan para conducir la pelota rápida y furiosamente, aproximándose cada vez más a un Handanovic que olvidó el achique como deber del guardameta. Se quedó como estatua de marfil debajo del travesaño y Donovan le voló la cabeza de un escopetazo de aquellos que hacen volar latas vacías de sopa Campbells colocadas sobre las cercas de madera en los dorados campos de maíz en Kansas mientras el sol se pone.

A partir de ese momento el odiado archirrival de México comenzó a jugar por nota. Comenzaron a hacer méritos y aquel antiamericanismo mío comenzó a derrumbarse en cuestión de un sinnúmero de brillantes jugadas. Fue como si cada trago agrandara mi sed por verlos lograr darle la vuelta a aquella difícil situación. Si el primero de Estados Unidos fue obra del liderazgo de Donovan, el segundo corrió a cuenta del trabajo colectivo materializado en el punterazo del Bradley hijo.

Mi felicidad por el 2-2 fue empañada por un tanto mal anulado que debió darles la victoria 3-2. Pero mi satisfacción fue total. Había visto entero el que para mí sigue siendo el mejor partido que haya visto nunca en un mundial. Y de repente recordé a los gringos contra Portugal de Figo y contra Alemania de Ballack en el 2002, contra la Italia campeona mundial del 2006 y el codazo de De Rossi.

Me acordé de su capacidad para meterse en aprietos y salirse de ellos gracias a esa grandísima esperanza en el porvenir que muchos llaman Sueño Americano.

Todos los tiempos se vuelven uno cuando la historia del fútbol se narra a través de la épica. No a través de los triunfos pronosticables de los grandes sobre los chicos, sino a través de las victorias inesperadas de los chicos sobre los grandes. En el fútbol, Estados Unidos es de los chicos.

Los echaré de menos porque echaré de menos la épica futbolera que destruye los muros levantados por el tiempo y el espacio, que son los muros del patrioterismo ciego. Sin esos regresos espectaculares el sabor de mis cervezas nunca será igual y el fútbol pierde un poco de su refrescante gusto en el paladar.


lunes, 14 de mayo de 2018

Eugenio Derbez, el Güiri-Güiri y el humor deportivo


Andrés Bustamante rompió esquemas durante los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 parodiando a Vicente Fox para Televisión Azteca. El creador de personajes como “Ponchito”y el “Hooligan” entraba así en un terrero virgen (¿virgen por autocensurado, quizás?) para los comediantes con acceso privilegiado a canales abiertos: La crítica al poder.

Bustamante en realidad estaba haciendo más que criticar al poder: estaba sometiendo a prueba la apertura democrática de nuestra sociedad en un año en el cual se dio la única alternancia de partido político en la residencia ofical de Los Pinos. Fue un acto muy valiente.

Adicionalmente, y desde luego, la fórmula deporte-comedia de “Ponchito” fue tan exitosa que en la división de contenidos deportivos de Televisa –el actor preponderante de la televisión abierta- se vieron forzados a reaccionar de alguna forma. Y esa reacción llegó bajo el nombre de Eugenio Derbez.

Derbez, si no mal recuerdo, tenía un personaje que se burlaba de la gente pobre estereotipándola con playeras sucias y roídas de las Chivas. Además, aparecía al lado de “La Chupitos”, la caracterización de una mujer de estrato humilde, pelo obscuro, piel morena y con sobrepeso, en visible estado de ebriedad.




Encima, la comedia de Derbez en justas olímpicas o mundiales de fútbol nunca examinó al deporte para generar contenido. Casi siempre se trataba de salir a las calles disfrazado para tomar por sorpresa a la afición bajo el incentivo de “salir en la tele”. Incluso el “Súperportero” (una especie de parodia de los uniformes de Jorge Campos en el Mundial de Estados Unidos 1994) no hacía comedia deportiva, sino publicidad encubierta (“córtale, córtale, córtale mano,” era el estribillo cuando alguien mencionaba "accidentalmente" productos tales como refrescos o detergentes).

Es cierto que el Güiri-Güiri tenía también a “Horacio Cascarín”, el DT de un equipo llanero, Los Mazacotes de Chicontepec, mediante el cual se explotaban –para bien y para mal- las características atribuidas al mexicano: era el estereotipo del “fútbol colmillo”. En aquellos sketches se alargaban las porterías para que los mexicanos no fallasen penales, usaban plástico para detener al adversario o le ponían cohetes a los botines a fin de correr más rápidamente.

Pero en Bustamante el estereotipo no era empleado para burlarse de un estrato específico de la sociedad mexicana –los pobres-, sino para burlarse de la sociedad mexicana en su conjunto. Y es que las mañas del “fútbol colmillo” satirizaban tanto a un país de muy escasos éxitos deportivos (pero loco por el deporte), como también satirizaban aquello tan difícil de definir como la “picardía mexicana”, o nuestro carácter nacional.

Casi 20 años después de Sydney 2000, la carrera de Bustamante ha entrado en una fase de retiro mientras que la de Derbez vive su punto más alto. Tan alto que ahora se da el lujo de cargar contra los jóvenes -otro estrato específico de la sociedad- por atreverse a mencionar el tema salarial en las entrevistas de trabajo.

En estas dos décadas, sin embargo, Derbez jamás ha usado su humor para cuestionar al poder ni para hacernos reflexionar sobre los beneficios o perjuicios de nuestros modos y costumbres, así sea en un terreno tan trivial como el meramente deportivo.

Quizás la retirada de Bustamante, y el ilimitado éxito comercial de Derbez, nos recuerda que la comedia en el México de la televisión sigue siendo un sutil (y a veces no tan sutil) ejercicio de autocensura. Lo cual, cuando el árbitro pita el silbatazo final, marca la victoria del comediante que se burla de aquellos que no pueden defenderse y la derrota del comediante que hace sátira social.

lunes, 30 de abril de 2018

El cuerpo de la mujer en el deporte y Octavio Paz.



Un debate pendiente, incompleto y muy rodeado de doble moral, es el del rol de la mujer en los medios deportivos, especialmente en los mexicanos.

Hace años me sorprendió un tuit del periodista italiano Gianluca di Marzio sugiriendo -si mal no recuerdo- que esperaba impaciente el mundial de Brasil para toparse con la prensa mexicana. No por el intercambio periodístico, no; sino por el uso sistemático de mujeres consideradas fotogénicas para la cobertura mundialista.

Entre el periodismo deportivo italiano y el mexicano no había pues una diferencia de calidad (esto es, mejor o peor información), sino una diferencia de cualidad (forma contra contenido). El tema del tuit, en otras palabras, es que el periodismo de otros países sabe que en México el cuerpo de la mujer es uno de los grandes criterios para asignar acreditaciones de eventos deportivos.

En un debate con Mario Vargas Llosa y otros panelistas durante inicios de los noventa (no, no el de la "Dictadura Perfecta"), Octavio Paz lo expresó mejor que yo:

[El siglo 20] ha sido el siglo en el que se ha envilecido de un modo casi absoluto el amor, el erotismo. Que se ha convertido el cuerpo en publicidad. ¿Cómo es posible que ustedes estén hablando solamente -son intelectuales, son escritores, son artistas- estén hablando del cuerpo y no piensen que el siglo 20 y el capitalismo justamente ha envilecido al cuerpo. Incluso el deporte moderno ha envilecido al cuerpo.

El gran valor de esta reflexión de Paz es centrar la cuestión de género, no en el género en sí mismo, sino en el cuerpo dotado de género. Lo que esto implica es que el debate de la equidad de género refiere a una diferencia de cualidad (masculino/femenino) y no de calidad ("mejores" o "peores" cuerpos).  Debatir pues a los medios de comunicación en términos de género nos lleva a la estéril discusión de la "batalla de los sexos", hombres contra mujeres, del "patriarcado" y de "semanas (o meses) de la mujer" que no hacen sino disfrazar contenidos que envilecen sobre todo el cuerpo de la mujer. Y que de paso también envilecen al periodismo.

Si nos centramos en el criterio del cuerpo, como sugirió Paz, hallaremos que quizá la peor discriminación de la prensa deportiva mexicana no es ejercida por el hombre hacia la mujer: sino por la mujer hacia la mujer. ¿Qué tipo de cuerpos femeninos reciben acreditaciones 'all-access' para los 'media days' previo a los 'Super Bowls' y qué tipo de cuerpos femeninos son enviados a cubrir festejos callejeros con la afición del Guadalajara?

Cuando habló de "deporte moderno", Paz seguramente hizo referencia a la "industria o el mercado del deporte moderno", y no a la prensa deportiva. El tema es que el siglo 21 está borrando la línea divisoria entre entretenimiento y periodismo. Esto se manifiesta en que muchos medios (acaso los que más se azotan dándose golpes de pecho) justifican la ausencia de preparación periodística disfrazándola con escotes, minifaldas y tacones.

jueves, 26 de abril de 2018

La ventaja infinita del Madrid


"Hay infinitos más grandes que otros infinitos", se lee en aquel gran fenómeno literario, juvenil y comercial llamado Bajo la misma estrella del escritor estadounidense John Green. Al menos en la novela (pues la película no la vi), la frase es usada por Hazel Graze para referirse a su amor por Gus Waters.

Sin embargo, su verdadero autor fue el ficticio escritor holandés Peter Van Houten -idolatrado por ella hasta que lo conoció en persona- quien introduce la frase citando una de las paradojas sobre la relación tiempo/espacio planteada por el griego Zenón de Elea, discípulo de Parménides.

La imagen me llegó a la mente tras la enésima victoria del Madrid en Múnich en el duelo más repetido de la historia de la Champions:

"Imaginemos que haces una carrera contra una tortuga. La tortuga empieza a correr con diez metros de ventaja. En el tiempo que tardas en recorrer esos diez metros, la tortuga quizá ha avanzado uno. Y en el tiempo que tardas en recorrer esa distancia, la tortuga sigue avanzando, y así indefinidamente. Eres más rápida que la tortuga, pero nunca podrás alcanzarla. Solo podrás reducir la ventaja."

Si Van Houten se refería a Hazel, Zenón hablaba específicamente de Aquiles ("el de los pies ligeros", quien da muerte a Héctor en La Ilíada) intentado sin éxito modificar lo inmodificable: la ventaja original del adversario, la tortuga, que lo determina todo. ¿Hay duda pues, que el Madrid jugaba aventajado respecto al todopoderoso patriarca de la Bundesliga incluso antes del silbatazo inicial?

El origen de esa ventaja quizá sea imprecisable, pero sí inferible a través de imágenes reales: la de Marcelo dominando las leyes de la física para impactar ese cuerpo esférico e imprimirle una trayectoria y velocidad fuera del alcance de Sven Ulreich; la de Rafinha siendo dominado él por las leyes de la física al momento de perder el cuerpo esférico y ponerlo a merced de Lucas Vázquez y de Asensio.

Ahora bien, la paradoja detrás de la imposibilidad infinita de Aquiles para dar alcance a la tortuga se fundamenta en que el tiempo y el espacio son determinados por la tortuga. Si el tiempo y el espacio fueran determinados objetivamente -es decir, en una carrera de 100 metros planos o en una prueba a contrarreloj- Aquiles no tendría problema en dejar atrás al lento reptil. Como tiempo y espacio son determinados subjetivamente, ambos dan la impresión del infinito.

Por eso Hazel retoma la frase para referirse a Gus, porque una noción absoluta -en este caso la del amor- permitió a ambos adueñarse del tiempo y del espacio a pesar de la enfermedad -en este caso, el cáncer.

En el caso que nos ocupa (la de una hegemonía casi indiscutible del Real Madrid sobre adversarios que, por lo menos menos financieramente, están a la par), la idea absoluta es la de la ventaja. Mientras el Madrid la tenga de su lado, partidos irán y vendrán y la historia habrá de repetirse. En un fútbol donde el tiempo y el espacio son determinados por la marcha blanca, el único adversario capaz de vencer al Madrid es el propio Madrid.

lunes, 2 de abril de 2018

Irle al Veracruz, bajo los tres palos


Quizás porque desde chico le voy a los Tiburones Rojos es que cuando veo un partido de fútbol suelo fijarme primero en el portero. Así como por ejemplo quienes le van al Cruz Azul ven el fútbol desde los subcampeonatos y los goles fallados por los nueves, así yo lo veo desde los descensos, las golizas en contra y el drama de quien recoge el balón cuando ya está en el fondo de la red.

Aunque no siempre fue así. Tenía nueve años cuando una fotografía de Adolfo Ríos impresa en sepia en el Notiver promocionaba un Veracruz-Necaxa asegurando que el cuadro escualo contaba con un cancerbero que más bien era un "Pararrayos humano". Efectivamente, Ríos transmitía confianza en una escuadra que alcanzó las semifinales del último torneo largo de la historia del balompié mexicano (1995-1996)... y que en la vuelta cayó vapuleada por el Celaya 5-1.

Raro equipo es el Veracruz, pues desciende como Veracruz pero no asciende como Veracruz. Tras años de vagar por la Primera "A", un empresario mejor agarró al Irapuato ascendido y se lo llevó a la costa del Golfo de México con todo y portero. El guerrerense Samuel Máñez (qepd) no era Ríos ni mucho menos, pero así como podía comerse goles infantiles así también era capaz de lo providencial, decía Rafa Puente. Y tenía razón. Antes de que se nos adelantara en el camino, Máñez garantizó primera división en el Luis de la Fuente al menos un año más.

Y entonces llegó ese espectáculo aparte llamado Damián Grosso. De escuela argentina, Grosso desafiaba todo lo que hasta ese entonces entendía yo del oficio de guardameta viendo a puros mexicanos. Grosso jugaba la bocha con los pies. Grosso salía del área para achicar. Grosso tenía un arrojo y una personalidad a prueba de balas y a prueba del qué dirán. Un mediodía de domingo en el Estadio Azteca él y Cuauhtémoc Blanco se citaron para después diciéndose el uno al otro hasta de lo que se iban a morir.

Nadie entendía nada hasta que una repetición con acercamiento forzado exhibió a Grosso haciéndole en la cara su propio festejo al Cuauh luego de taparle un penal.

                       

Tiempo después se dio un descenso más. Y tiempo después el equipo "ascendió" nuevamente. Leonín Pineda, (quien a pesar de haber subido con el Tijuana y con La Piedad permanece atado al Ascenso MX), fue rápidamente reemplazado por Melitón Hernández, quien a su vez ascendió al León de Matosas. Que yo recuerde Melitón es, junto con Filiberto Fifu Fulgencio, de los escasos futbolistas jarochos con cierto trayecto en primera. Similar a Máñez, capaz de lo peor y de lo mejor, acaso aún más inseguro, Melitón fue directamente responsable de la eliminación de los Tiburones ante el suertudo Querétaro de Ronaldinho en una liguilla y también tiene la culpa de las canas que cada día amenazan más y más con poblar mi cabeza en su totalidad.

Ay, Melitón: para bien y para mal en las palmas de tus guantes -que unos días parecen imanes y otros, barras de mantequilla-, yace el destino de la franquicia. Esa franquicia cuyos seguidores suspiramos por un Pirata goleador que jamás vimos jugar y que los partidos solemos verlos con los ojos puestos en la portería de nuestro propio equipo. Quienes le vamos al Veracruz tal vez te aborrecemos tanto porque en realidad eres un reflejo de nosotros mismos: eternamente ahogados en nuestro mar de pifias, pero al final juntos y esperanzados en esa mano salvadora que acuda en nuestro rescate.

miércoles, 28 de marzo de 2018

El viejo


Dice mucho su figura casi muda, ya gastada por el paso del tiempo en un fútbol cuya apariencia de novedad hoy suele venir desde la excentricidad y la grandilocuencia. Las palabras importantes él se las guarda para el vestidor y a las preguntas necias responde fijando la mirada en su bastón. Le gustaría tomarlo para marcharse con lentitud cuanto antes. Algunos le llaman soberbio. Aunque soberbia sería quedarse a malgastar sus reducidas fuerzas jugando a las apariencias dentro de salas de prensa atiborradas de sordos.

Fuera de su microscópico país ya nadie se acuerda, pero una noche de octubre del 2009 en la altitud del Olímpico Atahualpa sus dirigidos estaban quedándose fuera del mundial. Con 62 años a cuestas en aquel entonces, había decidido subir al avión, destino Ecuador, a un par de veinteañeros de condiciones bárbaras que quizá llegarían a romperla algún día. Quizá sí, quizá no. Solamente probándolos lo sabré, pensó el viejo. Uno de ellos hizo el gol del empate y el otro causó el tiro penal para lograr la victoria con que la Celeste acabaría encaminándose rumbo a las semifinales de una Copa del Mundo tras décadas de no poder estar a la altura de su mítica historia.

Sabedor de que un técnico es siempre un jerarca capaz de hacer y deshacer jerarquías, respetó hasta el final a los hombres que arriesgaron el pellejo por él sobre el campo de juego. Otros hubieran despachado sin escrúpulos a los Luganos o a los Arévalos cuando la veteranía dejó de valorarse como experiencia y empezó a verse como estorbo. Pero él no. Siempre adaptó esquemas y estrategias a fin de mantener la unión del equipo que tantos años le tomó armar, a fin de anteponer a las personas sobre las fórmulas, y a fin de aguardar pacientemente el brote de sangre joven del corazón charrúa.

La paradoja de la vejez es el apreciar la juventud cuando esta ya se fue. Por tanto, buscar a los jóvenes para brindarles oportunidades se trata de un acto de humildad mediante el cual el viejo reconoce su lugar en la periferia del mundo y esto a su vez lo revitaliza más que nunca. Puesto que el valor intrínseco de la vejez precisamente es la humildad -reconocerse finito y efímero, en otras palabras- , es deber de los jóvenes el corresponder y ser recíprocos ante las lecciones siempre útiles de quien ha vivido más.

De aquellos dos veinteañeros que supieron pagar la confianza del viejo aquella noche en Quito hace ya casi una década, hay uno que guarda una relación muy especial con él. No hace falta que confiese el cariño ante cámaras y micrófonos o publicándolo en las redes sociales, pero quien ha visto jugar a la selección uruguaya debe saber de quién se trata. Cuando el otro de aquellos dos por diversos motivos no ha estado, él juega solo en punta y hace goles. Cuando ambos están, el viejo a él lo hace salir del área a matarse corriendo la banda arriba y abajo, yendo y viniendo, una y otra vez sin cesar hasta que se acaba el partido. Viéndolo jugar como si estuviera recibiendo nuevamente esa primera oportunidad, cabe explicarse el porqué la garra de los charrúas permanece y perdura desde 1930.

Viejo, ya estás acabado. Acéptalo, agarra tu bastón y márchate a descansar al campo oriental. A comer la suculenta carne de res y a beber un poco de yerba mate.

Pero antes de irte, escribe por favor otra historia mundialista de victorias sufridas y heroísmos improbables: de manos deliberadas sobre la raya de gol en tiempos extras y de penales picados por locos de atar en la muerte súbita. Deja aunque sea otra lección de grandeza en la pequeñez, Maestro.

viernes, 23 de marzo de 2018

Inglaterra contra el mundial de Rusia: la tormenta que viene


En un mundo normal, la comparación ratificada públicamente por el ministro del exterior británico, Boris Johnson, entre los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 y la Copa del Mundo de Rusia 2018 hubiera sonado bastante subida de tono. Y es que usar la imagen de Hitler para referirse a Vladimir Putin desde un cargo tan importante en un gobierno tan influyente es todo excepto diplomacia y oficio político.

De varios meses para acá, difícilmente pasa un día sin que aparezca publicada en la prensa inglesa al menos una nota cuyo objetivo es Rusia y su presidente. El escándalo más reciente recopilado por igual entre tabloides y medios más formales, como la BBC, Sky News o The Guardian, es el envenenamiento de un agente doble, Sergei Skripal, quien solía servir a la inteligencia británica y rusa, junto con su hija en Salisbury, suroeste de Inglaterra.

Londres acusa a Moscú y Moscú desmiente a Londres en una guerra virtual en la cual prensa y redes sociales han ocupado el rol que antaño correspondía a cónsules y embajadores. De hecho, personal diplomático de ambas naciones ha sido expulsado paulatinamente y por ello no sorprende que Johnson haya comparado a Putin con Hitler sin causar mayor revuelo entre la comunidad internacional.


El Paraíso de los Gángsters: el crimen organizado se adueñó de Rusia.


La "rusofobia" (así bautizada por el gobierno ruso) que impera entre gobierno y medios de comunicación británicos no es algo completamente nuevo. El caso Skripal efectivamente evoca tanto a aquellas películas más viejas del 007 donde James Bond antagonizaba con agentes de la KGB comunicados directamente con el Kremlin, como aquellas más nuevas donde Rusia es presentada siempre como un paraíso de oligarcas y mafiosos. La tensión actual demuestra que la realidad supera a la ficción.

Sin embargo, esta vez la situación preocupa de verdad porque se puede pasar de una simple lucha de tinta y saliva entre políticos y periodistas a una de sangre y sudor entre hinchas y policías en Rusia 2018. Las imágenes de zafarrancho y violencia luego del Rusia-Inglaterra en Marsella, Francia, el 11 de Junio del 2016 luego de un empate a unos entre ambas selecciones por la Eurocopa de fútbol amenazan con replicarse y tener aún más repercusiones ya que el Reino Unido inmediatamente recriminará al anfitrión del torneo.

Casi 100 mil ciudadanos británicos adquirieron boletos para los partidos de Brasil 2014 mientras que ahora, según el propio Johnson, solamente harán el viaje aproximadamente 25 mil. La FIFA, por su parte, fue "afortunada" en el sorteo ya que las selecciones de Rusia e Inglaterra difícilmente se enfrentarán entre sí en el mundial. Además, la escuadra liderada por el goleador Harry Kane y dirigida por el estratega Gareth Southgate no jugará en ciudades rusas con hinchadas radicales como Moscú o San Petersburgo... al menos durante la primera fase.

A diferencia de otros mundiales u olimpiadas, Rusia 2018 está cargada con pólvora política y mediática ya que el Reino Unido ha alzado el estandarte de la cruzada contra Putin que durante años alzó el gobierno de los Estados Unidos. Los canales diplomáticos están deteriorados, (aunque no completamente rotos), y desafortunadamente hay que prepararse para la tormenta que viene.