miércoles, 24 de enero de 2018
Curb your enthusiasm: don't rush Jonathan González into repeating Julian Green's case
Jürgen Klinsmann surely thought he had struck the right note when in 2014 Julian Green became the youngest scorer for the USMNT at World Cups (19 years old). His goal against Thibaut Courtois in Salvador da Bahia, a clinical first-touch volley, seemed to announce that long-awaited successor to Donovan and Dempsey.
Back then nobody would have questioned Klinsmann for precipitating Green's international career by making him request from FIFA his definite switch from Germany to the United States. What is more, alongside Danish midfielder Pierre-Emile Højbjerg, the boy was regarded by Pep Guardiola as one of the big talents coming from Bayern Munich's grassroots levels.
However, neither Højbjerg nor Green could finally satisfy Pep and both ended up transferred to other clubs. While the Danish is now at Southampton, the American plies his trade at Germany's second division for Greuther Fürth, on loan from Stuttgart. In the international level, the latter's career has been reduced to a couple of friendlies after his shocking Brazil 2014 debut.
In other words, Green was rushed by his environment and is now stuck in 2. Bundesliga.
Jonathan González is the latest case of that sort of rush so characteristic of talented young players with more than one nationality. Think of Adnan Januzaj and Munir El Haddadi, who have almost no chances to play in Russia 2018 after the media hype with which their futures were discussed years ago. International football is truly ruthless at forcing teenagers to make up their minds when they are still far from having settled careers.
Of course most El Tri fans want him and he seems tailor-made for Juan Carlos Osorio’s preferred tactical set-up: a 4-3-3 in which one of the three spots in the midfield is still up for grabs, considering that Andrés Guardado and Héctor Herrera are first choices. Competition comes in the names of Orbelín Pineda, Jesús Duenas, Jonathan Dos Santos and, perhaps, Víctor Guzmán. Over all of them, González has the advantage of his Monterrey role: a lone holding midfielder that, for Mexico, would enable Guardado and Herrera to play higher up in the pitch.
Currently, however, the official request to FIFA for a switch of associations in international football is a definitive one. Once made and granted, there is no way back. A decision like this implies that González is fully aware of Mexico's football environment (above all its media and its federation) and of his own potential and resolve to fulfil it.
The cases of Green, Januzaj and Munir prove that hurrying youngsters into making definitive decisions puts a heavy load onto their shoulders. For the good of González, let us hope that he is in sincere communication with Juan Carlos Osorio, for the worst scenario for him and for El Tri would be the retelling of yet another Mexican drama or "telenovela".
domingo, 14 de enero de 2018
México contra Colombia
En México sabemos que Colombia ganó esa Copa América del 2001 porque era su Copa América. La Argentina de Bielsa la boicoteó alegando los temas del narco y la inseguridad mientras el Brasil de Felipao estaba más presionado por calificar al Mundial del año siguiente. Anfitriones pues, los colombianos sí o sí tenían que ganarla.
Ellos la necesitaban más. El discurso de la prensa mexicana cuando Freddy Grisales festejaba en los tiros de esquina sus goles poniéndose sobre la testa el casco blanco de algún soldado de aquellos que custodiaban los campos (y haciendo el saludo militar) era que Colombia necesitaba la Copa para olvidarse de su violencia. Una violencia vista después también en México y que tan populares ha vuelto las series de narcos de este par de países alrededor del mundo.
Realmente no era aquella una gran Selección Colombia. Las figuras (si las tenían) eran, por un lado, el Óscar Córdoba del Boca Juniors ganador de esa Libertadores hasta la fecha llorada por el Cruz Azul; y, por el otro, el Iván Ramiro que se forjó un nombre en el Inter de Milán. Víctor Hugo Aristizábal era el nueve, pero jamás fue un gran goleador.
Lo dicho: no era una gran escuadra. Y el Tri de Javier Aguirre tenía lo suyo. Pero México no ganó su primera Copa América por esas cosas de la Conmebol, decíamos.
A partir de ahí los mexicanos a Colombia siempre la vimos futbolísticamente por debajo del hombro: era 2001 y se tardaron más de una década en regresar a los mundiales, mientras México hasta pasó de ronda en 2002, 2006 y 2010. Ellos mueren por venir a la Liga MX, decíamos.
Charlar de fútbol con un colombiano durante esos años significaba compadecerlo, quizá hasta burlarse de él, (confieso que yo lo hice varias veces), por el hecho de no tener qué ver en verano cada cuatro años.
Llegó el Mundial Sub20 de 2011, que también era su mundial. Encima ya tenían a James. Y, aun con todo y James, una selección mexicana con los nombres de 'Chatón' Enríquez y 'Kikín' Rivera se encargó de eliminarlos de su mundial.
Pero repentinamente algo pasó con el fútbol de Colombia. ¿Qué fue? Quién sabe. Pero los buenos-buenos-buenos colombianos ya no mueren por venir a la Liga MX; ahora se van directo a clubes Champions. Nosotros sufrimos el drama de la suplencia de 'Chicharito' en el West Ham y ellos tienen a los suyos fijos de Allegri con la Juventus, fijos de Pochettino con el Tottenham, fijos de Heynckes con el Bayern y, quizás, hasta fijos de Valverde con el Barcelona si a Yerry Mina le va bien en Camp Nou.
A diferencia de los chilenos o los paraguayos, los buenos de Colombia resisten ya el canto de las sirenas de la liga mexicana. Prefieren Europa: comienzan a parecerse a los buenos de Uruguay, a los de Argentina o a los de Brasil.
¿Es esta la auténtica generación dorada del fútbol cafetero? ¿Su cosecha más fina? Vista desde el fútbol mexicano, la respuesta debería ser que no. Que no se trata de una generación dorada, porque sencillamente no paran de cosechar buenos jugadores. Dorada sería si James o Cuadrado no tuviesen reemplazo en el banquillo (y vaya si lo tienen en jugadores menos rutilantes como Cardona o Berrío).
Llegó el Mundial Sub20 de 2011, que también era su mundial. Encima ya tenían a James. Y, aun con todo y James, una selección mexicana con los nombres de 'Chatón' Enríquez y 'Kikín' Rivera se encargó de eliminarlos de su mundial.
Pero repentinamente algo pasó con el fútbol de Colombia. ¿Qué fue? Quién sabe. Pero los buenos-buenos-buenos colombianos ya no mueren por venir a la Liga MX; ahora se van directo a clubes Champions. Nosotros sufrimos el drama de la suplencia de 'Chicharito' en el West Ham y ellos tienen a los suyos fijos de Allegri con la Juventus, fijos de Pochettino con el Tottenham, fijos de Heynckes con el Bayern y, quizás, hasta fijos de Valverde con el Barcelona si a Yerry Mina le va bien en Camp Nou.
A diferencia de los chilenos o los paraguayos, los buenos de Colombia resisten ya el canto de las sirenas de la liga mexicana. Prefieren Europa: comienzan a parecerse a los buenos de Uruguay, a los de Argentina o a los de Brasil.
¿Es esta la auténtica generación dorada del fútbol cafetero? ¿Su cosecha más fina? Vista desde el fútbol mexicano, la respuesta debería ser que no. Que no se trata de una generación dorada, porque sencillamente no paran de cosechar buenos jugadores. Dorada sería si James o Cuadrado no tuviesen reemplazo en el banquillo (y vaya si lo tienen en jugadores menos rutilantes como Cardona o Berrío).
Generación dorada es una. Y si después la dorada no gana algo siempre queda la nada.
Hay que reconocer que nosotros tenemos la liga, pero ellos tienen la selección. Ya no podemos verlos debajo del hombro y Rusia dirá cuán lejos llegarán con todas sus estrellas. Enhorabuena por ellos; y, a nosotros, el consuelo de esa Copa que sí debimos alzar.
Hay que reconocer que nosotros tenemos la liga, pero ellos tienen la selección. Ya no podemos verlos debajo del hombro y Rusia dirá cuán lejos llegarán con todas sus estrellas. Enhorabuena por ellos; y, a nosotros, el consuelo de esa Copa que sí debimos alzar.
martes, 19 de diciembre de 2017
Réquiem por el significado de Kaká
Guardo en mi corazón un lugar muy especial para Kaká porque acaso es él el primer crack cuya carrera he conocido de principio a fin. Con dicho final se marcha para siempre también la época dorada de mi primer gran amor por el fútbol.
Aún tengo guardado en un cajón debajo de mi cama el VHS que grabé del Brasil 2-0 Alemania del mundial 2002. No jugó (e incluso llevaba puesta la casaca de suplente cuando alzó la Copa del Mundo). Seguramente Cafú se la dio tras bajarse de la columna para dar la vuelta olímpica en Yokohama. Tengo el VHS, mas no lo puedo ver porque ya no tengo videocasetera.
Un verano después de Corea y Japón, un balonazo me dobló la muñeca de la mano izquierda fracturándome el cúbito. Verano arruinado. Encima era verano de Copa Oro. Verano doblemente arruinado, pensé. Con el brazo izquierdo enyesado, vi sorprendido que Kaká estaba en el Brasil sub-23 invitado a ese torneo de la Concacaf. Quizás no fue un verano tan arruinado después de todo.
No sé si Kaká lamentó la final perdida ante la legendaria selección mexicana de Ricardo Antonio La Volpe en el Azteca. Más bien no sé si le dio tiempo de lamentarla: días después dejó al Sao Paulo para irse al Milán. Rompió la Champions League en su primera participación, aunque sus compañeros echaron por la borda una cómoda ventaja en cuartos ante el Dépor La Coruña que a su vez cayó con el Porto campeón de Mourinho.
La zancada. La conducción. El recorte. El derechazo a la escuadra. Eso era Kaká.
En el Scratch del Jogo Bonito, el de los comerciales de Nike narrados por Eric Cantoná, Kaká era el único que calzaba Adidas. Quizá me cayó bien desde el principio porque verlo jugar era como ver jugar a Michael Ballack con una camiseta verdeamarelha. Y es que Kaká no era juego bonito sino juego elegante. Y juego matón: un francotirador con rostro de querubín poniéndole el silenciador a su rifle telescópico.
Llegó al Madrid y todo se derrumbó. ¿El dinero? ¿La presión? ¿La prensa? ¿El Barcelona? ¿La desmotivación?
En Brasil siempre se dice que al jugador de cuna humilde tarde o temprano el éxito le cobra la factura y con intereses. Garrincha. Adriano Leite. Ronaldinho. Pero Kaká de orígenes humildes no era. Y aún así su carrera de algún modo se vino abajo después de que Felipe Melo se hizo expulsar contra Holanda en Sudáfrica 2010.
Fueron siete años en que Kaká ya no fue el Kaká de siempre. Diecisiete años de carrera de los cuales solamente los primeros diez nos dejaron cosas para el recuerdo. Él significó algo: el toque, la clase, la discreción, la sutileza. Es la imagen de un adolescente con una casaca encima mientras Cafú le tiende la Copa del Mundo.
Una imagen que vive atrapada en un VHS y en la memoria de un chico con el brazo roto.
jueves, 14 de diciembre de 2017
Football for romantics: Conmebol club tournaments
Alongside Javi Martínez, Fernando Amorebieta had formed a bullet-proof duo of central defenders at Athletic Club de Bilbao back in 2012. Martínez was the good cop; Amorebieta, the mean one: intimidating, aggressive, diehard. The Basque side reached the final of the Europa League that year against Atlético de Madrid, but that well-gained image of Amorebieta was tore down by Radamel Falcao's ruthlessness at one-on-ones.
The
Basque-Venezuelan defender never was the same. Got sidelined from Athletic Club
during Marcelo Bielsa's last season and was promptly traded to Fulham and
Middlesbrough in the second tier of the English league. Even got close to gain
promotion to the Premier but, again, individual mistakes prevented a return to
his golden years and ended up in Sporting Gijón, where he faced relegation last season.
"This
is very important for me because I had never won anything in my life" said
Amorebieta after winning the 2017 Copa Sudamericana with Independiente de
Avellaneda against Flamengo in Maracaná.
¡Grande, vasco! (Well done, Basque man!), shouted his Argentine
teammates and some Argentine reporters who took sides for Independiente after
the blatant hostility, typical of South American football, shown by the torçedores of Flamengo before and during
the final's second leg in Rio de Janeiro. Indeed, the concept of Vasco in Argentine football is legendary: after all, it was another
Basque man, Andoni Goikoetxea, who broke Maradona's leg.
You always want a Vasco in your camp.
You always want a Vasco in your camp.
Stained with corruption scandals and diminished by its economic inferiority to Europe's billionaire football, the South American game still has that simple magic that makes football the sport in which anything is possible: the fairy tale, the underdog defeating all odds, the unsung hero.
Besides
Amorebieta, this Independiente team is comprised by a bunch of outcasts and
forgotten players. Uruguayan left-back Gastón Silva never made much of an
impact either with Torino or with Granada and snubbed the chance to gain a juicy
wage in Mexico's Liga MX in order to join El
Rojo. Playing for Peñarol de Montevideo,
Nicolás Domingo even lost the 2011 Copa Libertadores to Neymar's Santos. Independiente's
coach himself, Ariel Holan, started out his career in field hockey and had been fairly, (and also unfairly), criticized for Independiente's poor form in the first part of the
year.
In sum,
Independiente are a group of mortals playing for a club whose relegation to
Argentina's second tier had not been portrayed in the same dramatic proportions
in which River Plate's descent into the underworld was. The lifting of this
Copa Sudamericana is indeed a required feel-good story that vindicates football in times
when winners elsewhere are always the same.
Sometimes, just sometimes, a Conmebol title represents much more than a Uefa title. It happens when football remembers its unpredictable essence and hands players like Fernando Amorebieta a second chance to win something.
Sometimes, just sometimes, a Conmebol title represents much more than a Uefa title. It happens when football remembers its unpredictable essence and hands players like Fernando Amorebieta a second chance to win something.
domingo, 3 de diciembre de 2017
¿Hay que tenerle miedo a Suecia?
Fútbol terrible. Pero del malo de verdad. No hay otra manera de
explicar el juego sueco. Sus tres encuentros de la fase de grupos de la pasada
Eurocopa (Irlanda, Italia y Bélgica) fueron martirios insufribles y
merecidamente cayeron eliminados a las primeras de cambio con todo e
Ibrahimovic y Forsberg.
"Pero eliminaron a Italia en el repechaje". Son
limitados, mas no inofensivos. Defendiendo como defendieron en la Euro, dos
líneas de cuatro y dos puntas dejados a su suerte, se las ingeniaron para
conseguir un gol y una valla imbatida en la ida para continuar defendiendo en
la vuelta.
Decir que Suecia eliminó a Italia, sin embargo, ignora el
colapso psicológico sufrido por la escuadra azzurra tras ser vapuleada por
España en Madrid. Más que derrotados por los suecos, los italianos fueron
traicionados por sus propios nervios y la prueba irrefutable de que Suecia es
bastante limitada es que no aprovechó la desesperación del rival para hacer
siquiera un gol de visitante en el Giuseppe Meazza.
Y es precisamente aquel juego en Milán, donde Suecia selló el
pase a Rusia (y al grupo de México) el que mejor ilustra las limitaciones
escandinavas. Para neutralizar a Marcus Berg y Ola Toivonen, los dos rematadores
suecos, Italia formó a su BBC (Bonucci, Barzagli y Chiellini). La teoría es
simple: dos centrales marcan personalmente y uno sobra. Aunque la teoría no es
tan simple cuando la línea de centrales juega prácticamente en el medio campo y
queda a merced de la velocidad enemiga a campo abierto.
(Piensen en cuánto sufre
el zaguero belga Vincent Kompany en el esquema de Guardiola ante delanteros
como el irlandés Shane Long).
Por supuesto que el seleccionador sueco Janne Andersson
debió advertir que Italia estaba entregada en defensa. Pero Berg y Toivonen
demostraron ser demasiado lentos para aprovechar los espacios a espaldas de la
BBC. Hacia los minutos finales, Andersson sacó a Berg e ingresó a Isaac Kiese
Thelin, quien juega en el Waasland-Beveren de Bélgica. Sin comentarios.
¿Y qué hay de Emile Forsberg, la estrella del RB Leipzig? Nuevamente,
en San Siro, Forsberg no destacó sobre ninguno de sus compañeros. Quizás con su
selección juega muy pegado a la banda. Lo visto de él ante Italia en la vuelta fue decepcionante: fue él quien de hecho estropeó con pases imprecisos los contragolpes más prometedores.
Con Zlatan o sin Zlatan, Suecia renunciará a la iniciativa
ante México en Ekaterimburgo. En otras palabras, el equipo de Juan Carlos Osorio tendrá
un partido típico de Concacaf en el último juego del Grupo F. Ahora bien ¿México fue
capaz de desarmar esquemas defensivos tipo 4-4-2 en jugadas con balón en
movimiento? La evidencia señala que el Tri abrió cerrojos básicamente en pelota quieta.
No hay que tenerle miedo a Suecia. Táctica y técnicamente,
es más factible que los escandinavos le tengan miedo al Tri.
martes, 14 de noviembre de 2017
Pinto in Australia: a tribute to Central American football
Honduras taking on Australia for a ticket to Russia 2018 represents the biggest contrast you will ever find in contemporary soccer. If the swamp which passed as a football pitch in San Pedro Sula made terrestrial play absolutely impossible to both sides, expect Sydney Olympic Stadium's lawns to be the green carpet of an intercontinental, giant billiard pool.
Just three years ago, Jorge Luis Pinto, the Colombian mastermind behind Concacaf's most impressive display at a World Cup, when Costa Rica almost made it to the semifinals in Brazil, took a mystifying decision: chose the swamp over any billiard pool. He could've gone and coached in the affluent leagues of China and the Middle East, but opted for Central America, again.
People unfamiliar to the Concacaf confederation might not realize the many stereotypes frequently used at describing the Honduras national team. Unlike the well-regarded Costa Rica with its golden generation spearheaded by Real Madrid's Keylor Navas, La H ("The H", as Honduras is known) is often seen as a backward team highly reliant on a simple mixture of physicality and dirtiness.
For perhaps far too many in Concacaf, Honduras is unworthy of World Cups, but against all odds has rightfully qualified for the last two editions.
Stereotypes, however, sometimes are part false and part true. Pinto's countrymen who preceded him, Luis Fernando Suárez and Reinaldo Rueda, quite often emphasized how hard it was to implement a quintessentially South American game (El Buen Fútbol) with the available resources in San Pedro Sula and in the Honduran league. Like Suárez and Rueda, Pinto gave up aesthetics and embraced pragmatism. Pinto thus offers another contrast, one to Australia's coach Ange Postecoglu, who has arguably been imposing a system with little regard to his human material.
Pinto has resorted to flexibility, even to the point of getting rid of his own tactics, the ones which received international praise during the summer of 2014 (and which gave visibility to Central American football after decades of disdain). Having stuck to them during the 6-0 Honduran defeat to the United States in San Jose, California, he dropped his three-man defensive line and went back to basics: playing Australia home, it was all long balls for Anthony "Choco" Lozano, Carlos Ovidio Lanza and Romell Quioto."Espionage has arrived in football."— DW Sports (@dw_sports) 14 de noviembre de 2017
Did Australia spy on Honduras ahead of their crucial World Cup qualifying clash? According to Jorge Luis Pinto, they did. 🕵️🇦🇺 pic.twitter.com/I4bcW9xv71
Of course it produced a terrible, displeasing to watch game for neutrals. But Pinto's plan worked as Honduras preserved a most valuable clean sheet and also got cult veteran striker Carlo Costly a clear chance in front of Matthew Ryan in the second half. If the Pinto's plan preserves another clean sheet in Sydney and gets any of Costly, Lozano or Quioto another clear-cut chance, Honduras might stand a chance to achieve the unthinkable for a side as belittled as this: a third World Cup in a row.
Its' David against Goliath: The national team of a small Central American nation saddled with poverty, violence and migration against the national team of an advanced society in which almost everyone enjoys public access to practice quality sport.
If Honduras finally does it, Jorge Luis Pinto should be credited as the contemporary founding father of Central American football. Kudos to him.
jueves, 9 de noviembre de 2017
¿Qué es un DT 'posmoderno'?
Marcelo Gallardo pasó de moda y no lo sabe. El 'Muñeco' metafóricamente es de madera en una época en que todos prefieren jugar FIFA.
Quizás en otro tiempo a él le hubieran dado la
selección y no a Sampaoli. Fue un tipo con clase sobre el césped, jugó mundiales y la
rompió con la camiseta de River Plate. Como DT, se forjó en Nacional de Uruguay
antes de volver a casa y ganarlo todo en Sudamérica.
Gallardo es un
anacronismo, es cosa del pasado. Quien vio jugar a su escuadra sabe que practica
su fútbol en función de un de grupo que ha cambiado según salidas y según
llegadas. Viéndolo bien, jamás le darán el seleccionado argentino mientras el
discurso mediático imperante siga siendo que en Argentina hay uno solo que es
muy bueno y a quien los demás deben hacer feliz cueste lo que cueste.
Sampaoli sabe de fútbol, pero también sabe comunicarse a
través de los medios y retroalimentarse de ellos. Pertenece a una nueva
generación de directores técnicos que logran persuadir a sus dirigidos menos
por su experiencia como jugadores (si acaso la tuvieron), y más por el tema cuasi
pedagógico.
En su última etapa como presidente del América, Ricardo
Peláez llegó a describir a Ricardo Antonio La Volpe como un 'entrenador que
sabe mucho aunque ya le cuesta darse a entender'. Ahora para ser técnico hay que saber llegarle a los futbolistas millenials.
Otros dos representantes de esta vanguardia serían el
colombiano Juan Carlos Osorio y el español Roberto Martínez, seleccionadores de
México y de Bélgica. Martínez tuvo un paso por la Premier League más bien
decepcionante, pero logró embolsarse a toda la prensa de su país. En una gran movida de community
management, incluyó como auxiliar suyo a Thierry Henry. Aunque Tití ni sea belga ni tenga experiencia previa.
Quien piense que Osorio no sabe conducirse mediáticamente, en
vista de la pésima prensa que tiene en México, no sabe a qué prensa dirige sus
mensajes. En su paso por el Inter de Milán, José Mourinho se echó
encima a los periodistas italianos porque siempre dirigió sus respuestas a otros periodistas.
Cuando acabe Rusia 2018, Osorio tendrá ofertas de trabajo,
seguramente en correos electrónicos escritos en inglés.
La posmodernidad en los banquillos tiene cosas
buenas y malas: ya no es necesario haber sido futbolista reconocido para ser DT,
por un lado. Por el otro, sin embargo, ya es necesario tener buena prensa (para lo cual es necesario saber hablarle a la prensa... o tener conexiones en la prensa).
La Volpe inició un experimento fascinante: usa Twitter y
graba sus propios videoblogs explicando en un lenguaje sencillo el fútbol
desde una perspectiva histórica como alternativa al discurso mediático
imperante. Está pues resistiéndose a la posmodernidad. Gallardo,
manejando a un grupo, también resiste.
Aguante, Muñeco.
Hoy tenemos un nuevo video en Bigovlog. Esta vez un tema que pedían mucho y que me siento contento de compartir: La Selección de La Volpe. https://t.co/AcSYW9PGOy— Ricardo A La Volpe (@RicardoLaVolpeG) 8 de noviembre de 2017
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