martes, 19 de diciembre de 2017
Réquiem por el significado de Kaká
Guardo en mi corazón un lugar muy especial para Kaká porque acaso es él el primer crack cuya carrera he conocido de principio a fin. Con dicho final se marcha para siempre también la época dorada de mi primer gran amor por el fútbol.
Aún tengo guardado en un cajón debajo de mi cama el VHS que grabé del Brasil 2-0 Alemania del mundial 2002. No jugó (e incluso llevaba puesta la casaca de suplente cuando alzó la Copa del Mundo). Seguramente Cafú se la dio tras bajarse de la columna para dar la vuelta olímpica en Yokohama. Tengo el VHS, mas no lo puedo ver porque ya no tengo videocasetera.
Un verano después de Corea y Japón, un balonazo me dobló la muñeca de la mano izquierda fracturándome el cúbito. Verano arruinado. Encima era verano de Copa Oro. Verano doblemente arruinado, pensé. Con el brazo izquierdo enyesado, vi sorprendido que Kaká estaba en el Brasil sub-23 invitado a ese torneo de la Concacaf. Quizás no fue un verano tan arruinado después de todo.
No sé si Kaká lamentó la final perdida ante la legendaria selección mexicana de Ricardo Antonio La Volpe en el Azteca. Más bien no sé si le dio tiempo de lamentarla: días después dejó al Sao Paulo para irse al Milán. Rompió la Champions League en su primera participación, aunque sus compañeros echaron por la borda una cómoda ventaja en cuartos ante el Dépor La Coruña que a su vez cayó con el Porto campeón de Mourinho.
La zancada. La conducción. El recorte. El derechazo a la escuadra. Eso era Kaká.
En el Scratch del Jogo Bonito, el de los comerciales de Nike narrados por Eric Cantoná, Kaká era el único que calzaba Adidas. Quizá me cayó bien desde el principio porque verlo jugar era como ver jugar a Michael Ballack con una camiseta verdeamarelha. Y es que Kaká no era juego bonito sino juego elegante. Y juego matón: un francotirador con rostro de querubín poniéndole el silenciador a su rifle telescópico.
Llegó al Madrid y todo se derrumbó. ¿El dinero? ¿La presión? ¿La prensa? ¿El Barcelona? ¿La desmotivación?
En Brasil siempre se dice que al jugador de cuna humilde tarde o temprano el éxito le cobra la factura y con intereses. Garrincha. Adriano Leite. Ronaldinho. Pero Kaká de orígenes humildes no era. Y aún así su carrera de algún modo se vino abajo después de que Felipe Melo se hizo expulsar contra Holanda en Sudáfrica 2010.
Fueron siete años en que Kaká ya no fue el Kaká de siempre. Diecisiete años de carrera de los cuales solamente los primeros diez nos dejaron cosas para el recuerdo. Él significó algo: el toque, la clase, la discreción, la sutileza. Es la imagen de un adolescente con una casaca encima mientras Cafú le tiende la Copa del Mundo.
Una imagen que vive atrapada en un VHS y en la memoria de un chico con el brazo roto.
jueves, 14 de diciembre de 2017
Football for romantics: Conmebol club tournaments
Alongside Javi Martínez, Fernando Amorebieta had formed a bullet-proof duo of central defenders at Athletic Club de Bilbao back in 2012. Martínez was the good cop; Amorebieta, the mean one: intimidating, aggressive, diehard. The Basque side reached the final of the Europa League that year against Atlético de Madrid, but that well-gained image of Amorebieta was tore down by Radamel Falcao's ruthlessness at one-on-ones.
The
Basque-Venezuelan defender never was the same. Got sidelined from Athletic Club
during Marcelo Bielsa's last season and was promptly traded to Fulham and
Middlesbrough in the second tier of the English league. Even got close to gain
promotion to the Premier but, again, individual mistakes prevented a return to
his golden years and ended up in Sporting Gijón, where he faced relegation last season.
"This
is very important for me because I had never won anything in my life" said
Amorebieta after winning the 2017 Copa Sudamericana with Independiente de
Avellaneda against Flamengo in Maracaná.
¡Grande, vasco! (Well done, Basque man!), shouted his Argentine
teammates and some Argentine reporters who took sides for Independiente after
the blatant hostility, typical of South American football, shown by the torçedores of Flamengo before and during
the final's second leg in Rio de Janeiro. Indeed, the concept of Vasco in Argentine football is legendary: after all, it was another
Basque man, Andoni Goikoetxea, who broke Maradona's leg.
You always want a Vasco in your camp.
You always want a Vasco in your camp.
Stained with corruption scandals and diminished by its economic inferiority to Europe's billionaire football, the South American game still has that simple magic that makes football the sport in which anything is possible: the fairy tale, the underdog defeating all odds, the unsung hero.
Besides
Amorebieta, this Independiente team is comprised by a bunch of outcasts and
forgotten players. Uruguayan left-back Gastón Silva never made much of an
impact either with Torino or with Granada and snubbed the chance to gain a juicy
wage in Mexico's Liga MX in order to join El
Rojo. Playing for Peñarol de Montevideo,
Nicolás Domingo even lost the 2011 Copa Libertadores to Neymar's Santos. Independiente's
coach himself, Ariel Holan, started out his career in field hockey and had been fairly, (and also unfairly), criticized for Independiente's poor form in the first part of the
year.
In sum,
Independiente are a group of mortals playing for a club whose relegation to
Argentina's second tier had not been portrayed in the same dramatic proportions
in which River Plate's descent into the underworld was. The lifting of this
Copa Sudamericana is indeed a required feel-good story that vindicates football in times
when winners elsewhere are always the same.
Sometimes, just sometimes, a Conmebol title represents much more than a Uefa title. It happens when football remembers its unpredictable essence and hands players like Fernando Amorebieta a second chance to win something.
Sometimes, just sometimes, a Conmebol title represents much more than a Uefa title. It happens when football remembers its unpredictable essence and hands players like Fernando Amorebieta a second chance to win something.
domingo, 3 de diciembre de 2017
¿Hay que tenerle miedo a Suecia?
Fútbol terrible. Pero del malo de verdad. No hay otra manera de
explicar el juego sueco. Sus tres encuentros de la fase de grupos de la pasada
Eurocopa (Irlanda, Italia y Bélgica) fueron martirios insufribles y
merecidamente cayeron eliminados a las primeras de cambio con todo e
Ibrahimovic y Forsberg.
"Pero eliminaron a Italia en el repechaje". Son
limitados, mas no inofensivos. Defendiendo como defendieron en la Euro, dos
líneas de cuatro y dos puntas dejados a su suerte, se las ingeniaron para
conseguir un gol y una valla imbatida en la ida para continuar defendiendo en
la vuelta.
Decir que Suecia eliminó a Italia, sin embargo, ignora el
colapso psicológico sufrido por la escuadra azzurra tras ser vapuleada por
España en Madrid. Más que derrotados por los suecos, los italianos fueron
traicionados por sus propios nervios y la prueba irrefutable de que Suecia es
bastante limitada es que no aprovechó la desesperación del rival para hacer
siquiera un gol de visitante en el Giuseppe Meazza.
Y es precisamente aquel juego en Milán, donde Suecia selló el
pase a Rusia (y al grupo de México) el que mejor ilustra las limitaciones
escandinavas. Para neutralizar a Marcus Berg y Ola Toivonen, los dos rematadores
suecos, Italia formó a su BBC (Bonucci, Barzagli y Chiellini). La teoría es
simple: dos centrales marcan personalmente y uno sobra. Aunque la teoría no es
tan simple cuando la línea de centrales juega prácticamente en el medio campo y
queda a merced de la velocidad enemiga a campo abierto.
(Piensen en cuánto sufre
el zaguero belga Vincent Kompany en el esquema de Guardiola ante delanteros
como el irlandés Shane Long).
Por supuesto que el seleccionador sueco Janne Andersson
debió advertir que Italia estaba entregada en defensa. Pero Berg y Toivonen
demostraron ser demasiado lentos para aprovechar los espacios a espaldas de la
BBC. Hacia los minutos finales, Andersson sacó a Berg e ingresó a Isaac Kiese
Thelin, quien juega en el Waasland-Beveren de Bélgica. Sin comentarios.
¿Y qué hay de Emile Forsberg, la estrella del RB Leipzig? Nuevamente,
en San Siro, Forsberg no destacó sobre ninguno de sus compañeros. Quizás con su
selección juega muy pegado a la banda. Lo visto de él ante Italia en la vuelta fue decepcionante: fue él quien de hecho estropeó con pases imprecisos los contragolpes más prometedores.
Con Zlatan o sin Zlatan, Suecia renunciará a la iniciativa
ante México en Ekaterimburgo. En otras palabras, el equipo de Juan Carlos Osorio tendrá
un partido típico de Concacaf en el último juego del Grupo F. Ahora bien ¿México fue
capaz de desarmar esquemas defensivos tipo 4-4-2 en jugadas con balón en
movimiento? La evidencia señala que el Tri abrió cerrojos básicamente en pelota quieta.
No hay que tenerle miedo a Suecia. Táctica y técnicamente,
es más factible que los escandinavos le tengan miedo al Tri.